Con la habitual
puntualidad y con unas previsiones meteorológicas más
que optimistas, partió la expedición desde la madrileña
Plaza de Cristo Rey rumbo a Zamora; sin duda, la capital del románico
español por excelencia gracias a los más de veinte
templos de éste estilo conservados en la ciudad.

Tras las pertinentes
explicaciones introductorias durante el viaje y una breve parada
a mitad de camino para desayunar y estirar las piernas, poco antes
de mediodía llegamos a nuestro destino, dejándonos
el autobús junto a la muralla.
Desde ahí,
un breve y ameno paseo nos condujo a las mismas puertas de la
Iglesia de Santiago el Viejo o de los Caballeros; construcción
emplazada extramuros que, pese a su aparente sencillez exterior,
acoge entre sus muros un interesantísimo y sorprendente
muestrario de capiteles figurados.
Continuando
por los antiguos arrabales zamoranos, nuestra segunda parada se
situó en la Iglesia de San Claudio de Olivares, templo
que, al igual que el anterior y quizás por su situación
algo alejada del centro urbano, suele quedar fuera de los circuitos
turísticos zamoranos, circunstancia incomprensible dado
el interés de la obra; tanto al interior, como al exterior,
donde el mensario que adorna una de las arquivoltas de su portada
septentrional, hizo las delicias de los visitantes.

Mediante una
escalinata situada frente a San Claudio, accedimos al interior
del antiguo burgo amurallado, visitando los exteriores de la conocida
como "Casa del Cid" y dirigiéndonos a la Catedral.
En ella, la visita comenzó por el Museo Catedralicio, donde
un magnífico Cristo románico allí expuesto
centró el interés de los expedicionarios. La seo
zamorana, pese a su desnudez decorativa, hizo las delicias de
todos, especialmente su espectacular cimborrio sobre el crucero,
el más antiguo de los cuatro llamados "cimborrios
del Duero" conservados en España.
Concluida
la visita por el interior, aún nos esperaba una última
sorpresa: la llamada Puerta del Obispo, cuya decoración
fue objeto de interesantísimas disquisiciones entre los
allí congregados. Antes de comer, aún tuvimos tiempo
de disfrutar de un agradable paseo por el entorno del castillo,
desde donde, aprovechando el soleadísimo día, podían
tomarse magníficas instantáneas de la torre y el
cimborrio románico de la catedral.
Por delante
del legendario "Portillo de la Tradición", nos
dirigimos al restaurante "Mesón el Castillo",
donde pudieron ser cargadas las pilas de cara a la intensa sesión
vespertina que teníamos por delante.

La tarde empezaría
con una visita al exterior de la Iglesia de Santa María
la Nueva, cuyo ábside es uno de los más interesantes
de la capital zamorana tanto por sus arquerías como por
sus capiteles, de gran primitivismo.

A continuación,
la visita a la Iglesia de la Magdalena fue, sin duda, uno de los
platos fuertes de la jornada. La enorme verticalidad de su única
nave y, sobre todo, el originalísimo sepulcro adosado al
muro norte, centraron la atención y los objetivos de todos
los expedicionarios.

A continuación,
en seguida llegamos a la Iglesia de San Cipriano, para algunos
especialistas, la más antigua del románico zamorano.
No pasaron desapercibidos en ella los relieves que adornaban las
ventanas de su triple cabecera cuadrangular, los dos crismones
que pueden encontrarse en el interior, y los restos de pintura
mural conservados en uno de los vanos laterales, donde puede adivinarse
un Pantocrátor rodeado del Tetramorfos.

Como
suele decirse, la densidad de monumentos románicos existentes
en Zamora permite ir "tropezando" con numerosas iglesias
según se va paseando por su casco urbano, algo que pudimos
comprobar sobre el terreno ya que, de camino a Santo Tomé,
último de los edificios a visitar de la jornada, pasamos
junto a la modesta Iglesia de Santa Lucía y la mucho más
interesante de Santa María de Horta.
El mencionado
templo de Santo Tomé, recientemente restaurado y también
fuera de los circuitos turísticos, fue una guinda perfecta
para una jornada completísima en la que todos pudimos disfrutar,
con la complicidad de un clima óptimo, de un precioso recorrido
por el románico zamorano más antiguo y más
desconocido.
¡Nos
vemos en León!