Guía de la Ermita de la Virgen de las
Fuentes de Amusco, Palencia
Introducción
La ermita de la Virgen de las Fuentes de Amusco es uno
de los muchos edificios notables que nos han quedado de la Edad
Media en la comarca palentina de Tierra de Campos, fruto de
la riqueza agrícola (especialmente cerealística)
de esta zona llana y arcillosa de Castilla.
Otro de los alicientes de la visita a esta iglesia
de Nuestra Señora de las Fuentes es la posibilidad de
acercarnos a su iglesia parroquial que conserva una puerta románica
(la meridional) y otra casi ya gótica (la occidental).
Además, al hallarse a tan sólo unos pocos kilómetros
de la línea horizontal que traza el gran Camino Francés
a Santiago, casi en el mismo meridiano, se pueden visitar lugares
jacobeos tan intensamente monumentales como Frómista,
Villalcázar de Sirga o Carrión de los Condes.
Arquitectura
La Virgen de las Fuentes es un edificio construido
con sillería cortada a partir de la piedra caliza de
los páramos palentinos que es de consistencia blanda
y porosa, lo que dificulta su conservación y ha acelerado
su deterioro.
Probablemente fue construida en dos fases distintas
del siglo XIII. Gracias a su calidad arquitectónica y
a su buena conservación obtuvo la consideración
de Monumento Nacional (Monumento Histórico Artístico)
en el año de 1963. Parte del mérito de su aparente
buen estado de mantenimiento es consecuencia de la restauración
de que gozó en los años setenta del siglo XX.
Además, al encontrase en un leve altozano
de estos páramos palentinos, exento de viviendas u otros
molestas edificaciones que perturben su estampa, facilita una
contemplación armoniosa y elegante.
Como iremos describiendo a continuación,
la ermita de la Virgen de las Fuentes de Amusco es un edificio
de tres naves que confluyen en una cabecera también de
tres ábsides, siendo rectangulares los colaterales y
de planta circular el central. Un amplio transepto muy marcado
en alzado pero en planta resta monotonía a su aspecto
exterior.
Exterior
El costado meridional de esta iglesia, que es lo
primero que podemos observar de ella cuando llegamos desde diferentes
puntos del caserío de Amusco, es de una severa monumentalidad.
Se aprecia la diferente altura de la nave central
con respecto a las laterales. También adquiere protagonismo
el hastial meridional del transepto con su elegante ventanal
bíforo de arquivoltas ligerísimamente apuntadas
y los dos grandes contrafuertes escarpados que lo flanquean,
con pináculos tardogóticos postreramente añadidos.
La puerta que se abre en el costado meridional
fue desmontada en la restauración citada y cambiada ligeramente
de ubicación, pues primitivamente se encontraba más
próxima al transepto. También se aprecia fácilmente
la reposición de columnas y otras piezas de su construcción.
Bajo un tejaroz sostenido por ocho canecillos añadidos
durante la mencionada restauración y flanqueado por dos
contrafuertes, aparece ante nuestra vista una puerta sobria,
propia de la influencia de los monasterios cistercienses que
por doquier se estaban construyendo en todo el solar hispano
cristiano alrededor del año 1200.
Cuenta con seis arquivoltas apuntadas, todas ellas
con la misma articulación: superficies planas rematadas
en finos boceles. Los capiteles de las diez columnas y de las
jambas interiores muestran plantas en forma acogollada, algunas
de crochets muy típicos de las arquitecturas cisterciense
y gótica.
Cabecera
La cabecera, como ya hemos explicado, tiene un
ancho y voluminoso ábside central de perfil semicilíndrico
unido a un tramo presbiterial Este ábside seguramente
fue con el que se proyectó originalmente este templo,
es decir, un edificio de una sola nave y un solo ábside.
En efecto, como veremos, los otros dos ábsides fueron
construidos más tarde.
Volviendo al ábside central se puede asegurar
que es completamente románico (aunque tardío)
como queda reflejado en varios aspectos del bonito ventanal
que tiene en le centro entre dos columnas entregas y, en menor
medida, de los dos más pequeños laterales: