Ahora bien, tales beneficios aportados por el claustro
superior se hubieran truncado -y el intento hubiera sido en vano-
si comitentes y artistas no hubieran tenido clara la importancia
de imitar e incluso "calcar" arquitectónicamente
al piso inferior.
Cualquier "innovación" en las proporciones,
tamaños, alturas, etc. de columnas y arcos hubiera conducido
a romper los elementos de simetría tan propios del románico,
conduciendo a una irregularidad plástica que nuestros ojos
rechazarían.
En el libro "El Arte Burgalés, un lenguaje
plástico medieval actual", los autores Félix
Palomero y Magdalena Ilardia demuestran con ilustraciones y medidas
precisas de cada elemento arquitectónico, cómo el
claustro alto cuidó todos los detalles para igualar las
dimensiones del bajo. Por ejemplo: las columnas de ambos pisos
miden exactamente 172 cm. de altura y la separación entre
unas columnas y sus vecinas oscilan entre 112 y 115 centímetros
en función de las diferencias que establecieron los dos
talleres del claustro inferior. Ni que decir tiene que la alineación
de las columnas superiores e inferiores es completa.
La escultura del claustro alto: una realidad
mucho más decepcionante
Una vez hecha esta vindicación del valor arquitectónico
que las pandas altas añaden al conjunto claustral de Silos
debemos pasar ahora a analizar la escultura de sus capiteles.
En este terreno, la realidad es mucho más decepcionante.
No hay fecha segura para la construcción del
claustro alto aunque todo apunta a los años siguientes
al 1200, momento en que el románico figurado compite con
las austeras fórmulas cistercienses dictadas por Bernardo
de Claraval y que se diseminan por numerosos monasterios en toda
la España cristiana.
Es por ello, que la mayoría de los capiteles
del claustro superior son de carácter vegetal o geométrico
y, en ello, no difieren demasiado de los capiteles de otros cenobios
del Císter cercanos, como Villamayor de los Montes o Las
Claustrillas de Las Huelgas.
Las cestas citadas muestran hojas estrechas y esquemáticas
con escaso volumen, rematadas en formas cercanas a las volutas.
En otros casos los escultores intentaron reproducir los acantos
de los capiteles clásicos.
Pero también hay un pequeño conjunto
de capiteles figurados, que nos interesa mucho, aunque sólo
se por establecer comparaciones y correlaciones con los del claustro
bajo. En ellos se aprecia un intento de imitación de las
bestias del Segundo Taller del citado piso inferior, pero con
formas mucho menos delicadas. Además, a diferencia de los
artistas imitados, los del claustro superior dejaron gran parte
de las cestas sin tallar, dejando superficies lisas entre las
figuras, inmunes ya al "horror vacui" de unas décadas
antes. Tampoco tallaron los cimacios, seguramente en un ejercicio
de simplicidad y rapidez en la obra.
El esfuerzo de emular al Segundo Taller también
se aprecia en la presencia de plantas de "flores de aro"
situadas en el centro de las caras, ejerciendo la función
de eje de simetría cuando los animales aparecen emparejados.
Algunos capiteles figurados del claustro alto
Entre los capiteles figurados del claustro alto de
Silos podemos citar uno en que aparecen rudas arpías con
una flor de aro en el centro, mientras una de sus ramas surca
el cuello de las bestias al modo del Segundo Taller del claustro
inferior.
En similar disposición encontramos otra cesta
donde los protagonistas son rechonchas aves (quizás perdices)
que picotean las ramas de una planta homóloga a la anterior.
Parejas de cuadrúpedos son los protagonistas
de otro capitel. El escultor los represento con las cabezas volteadas
hacia atrás y para explicitar que se trata de leones, realizó
unas incisiones paralelas -a modo de estrías- a lo largo
de sus cuellos que hay que identificar como las melenas del gran
felino.
También encontramos capiteles con esfinges
(leones con cabeza humana) que unen sus colas para dibujar una
forma acorazonada y uno más atractivo que muestra el combate
de centauros sagitarios que lanzan sus flechas contra arpías.
En nuestra opinión, uno de los capiteles más
logrados y hermosos de esta parte del claustro es aquél
que muestra en las caras anchas dos parejas de sirenas ave en
posición frontal con largas cabelleras y las alas desplegadas.
Se trata de una aceptable -incluso meritoria- copia del que aparece
en el claustro inferior perteneciente al Segundo Taller.
La presencia humana en la escultura del claustro
alto es mucho menos nutrida. En alguno de los capiteles se observan
cabezas coronadas de reyes (con barba y bigote) y reinas (con
barbuquejo).
En otra cesta, en cada cara, la figuración
versa sobre el tópico combate románico entre un
hombre (con lanza y escudo cristiano) y un dragón al que
asesta el lanzazo en la boca. La particularidad de los citados
dragones son sus largas patas y cuellos.
Para terminar, dejamos uno bastante curioso que ha
recibido distintas interpretaciones. Para algunos se trataría
de una escena de taberna donde dos hombres beben de sendas botellas
en presencia de otros dos que hacen algo con sus manos. Para otros
se trataría de un taller donde se ejercería el oficio
de soplador de vidrio.
Esto es lo más probable puesto
que también hay otro capitel con un oficio. En este caso
el del herrero pues se muestra a dos personajes en calzón
corto y el torso desnudo trabajando en una fragua.
Más
información del
Monasterio de Santo Domingo de Silos