Guía de la iglesia de Escalada, Burgos
Introducción
Escalada es una localidad ubicada en el Cañón
del río Ebro al noroeste de la provincia de Burgos, casi
en el límite provincial de Cantabria de la que dista por
la sinuosa carretera BU-643 tan solo 9 kilómetros.

Su iglesia parroquial está dedicada
a Santa María la Mayor y la encontramos junto a la citada
carretera, a nuestra derecha cuando nos dirigimos hacia el oeste.
Por desgracia, la que debió ser una interesante iglesia
románica, hoy está casi completamente transformada
por obras de reconstrucción acometidas varios siglos más
tarde.

En la actualidad es un templo de una nave de
dos tramos más cabecera plana y bóvedas de crucería
estrellada. Al norte se añadió una capilla cuadrada.

De época románica sólo queda,
sobre el que fuera el muro de cierre occidental, la antigua espadaña,
actualmente con las troneras cegadas y la estructura rodeada por
un muro y una torre moderna; algunas impostas decoradas con vegetales
empleadas en el muro sur a modo de mampostería y, muy especialmente,
la suntuosa puerta que trataremos a continuación.

La puerta románica
Lo primero que apreciamos al contemplar la puerta
románica de la iglesia de Escalada es que una buena
parte de su indiscutible monumentalidad es su gran abocinamiento
creado mediante numerosas arquivoltas en degradación que
se apoyan en, nada menos, seis parejas de columnas acodilladas
en las jambas. Enseguida nos llega a la memoria una puerta románica
palentina de hechuras muy similares. Nos referimos a la de la
iglesia del que fuera monasterio de San Pelayo de Arenillas, en
la comarca de Valdavia. Incluso, como veremos, a continuación,
comparte la arquivolta -en idéntica posición- con
figuras radiales que pronto conoceremos.

Antes de continuar con la descripción hay
que constatar la irregularidad de los arcos dovelados lo que nos
motiva la casi certeza de que la puerta fue desmontada cuando
se reconstruyó el templo y vuelta a montar, sillar a sillar
y dovela a dovela, en un emplazamiento distinto.

La estructura arquitectónica de la citada
puerta se construyó sobre un cuerpo resaltado o arimez
coronado por un tejaroz con canecillos esculpidos con cabezas
de animales y seres humanos, puntas de diamante, motivos vegetales,
etc.
Como decíamos anteriormente, la arquivolta
interior dispone de figuras radiales bastante deterioradas -algunas
prácticamente perdidas- lo que no facilita su reconocimiento
iconográfico. Indudablemente hay varios músicos
haciendo sonar sus instrumentos de viento y cuerda, incluyendo
un dolio, motivo por el cual, en un primer momento se pensó
que pudieran ser los 24 ancianos del Apocalipsis. Sin embargo,
hay algunos de los personajes que están realizando otro
tipo de actividades como una bailarina que se encuentra en el
momento de iniciar la danza al son de los músicos; otro
personaje -un clérigo- aparece con un libro abierto; una
pareja sostiene una especie de bandeja o mesa con objetos redondos.
Dentro de este repertorio de actividades sociales llama la atención
la presencia de un ángel con una filacteria.

Desde el punto de vista plástico, la manos
o las manos que esculpieron esta arquivolta no muestran demasiada
pericia en el empleo del cincel, lo que no es óbice para
valorar su expresividad.

En cuanto al juego columnario de 12 columnas, 5 ofrecen
capiteles figurados de temática zoomorfa y de combate.
El resto son cestas vegetales. Los primeros representan, de izquierda
a derecha del observador, las siguientes iconografías:

La erosión y la fractura de la piedra no ayudan
a poder valorar convenientemente la calidad de estas esculturas,
aunque en general, observamos la misma humildad que en las erosionadas
tallas de la arquivolta.

Otra cosa bien distinta es, paradójicamente,
la virtud con que fueron talladas las diversas plantas que fueron
cinceladas en el resto de los capiteles. En ellos se observa rápidamente
una gran calidad en la mayoría de ellos, consiguiendo una
acusada carnosidad tridimensional mediante el uso del trépano
que "ahueca" las hojas de los vegetales.

Algunas de estas plantas son indudablemente flores
de aro. Un rápido vistazo nos lleva a recordar capiteles
similares en las columnas de los claustros de dos monasterios
castellanos: Las Claustrillas del Monasterio de las Huelgas de
Burgos (cisterciense) y el de Santa María la Real de Aguilar
de Campoo, en Palencia (premostratense).

El empleo de puntas de diamante en una de las arquivoltas
y la dependencia estilística de los grandes monasterios
citados, además de una muy lejana conexión con la
escuela silense, nos hace pensar que estamos ante una estructura
románica muy tardía, nunca anterior a 1200 y, por
tanto, del siglo XIII.