Guía de la iglesia de Torralba de Ribota,
Zaragoza
Introducción
El
territorio occidental de la que fuera Corona de Aragón
sufrió intermitentes tensiones fronterizas con la Corona
de Castilla durante la Baja Edad Media.
Estos roces llegaron a convertirse a mediados
del siglo XIV en un auténtico conflicto armado entre ambos
reinos: la conocida como Guerra de los dos Pedros.
De aquellos tiempos de conflictos militares
en el extremo oeste de la actual provincia de Zaragoza, en la
comarca de Calatayud, se han conservado iglesias mudéjares
muy interesantes porque a su belleza ornamental se añade
la existencia de unas estructuras construidas con función
de avistamiento (como si de una atalaya se tratase) y de defensa
ante el enemigo.

Es en la esquina noreste de la comarca de Calatayud,
donde encontramos algunas de las iglesias más importantes
de esta tipología, como son las de Aniñón,
Torralba de Ribota y Cervera de la Cañada. Para llegar
a estas localidades por carretera desde Calatayud hay que dirigirse
al norte por la carretera nacional N-234.

En este artículo nos ocuparemos específicamente
de la preciosa iglesia de San Félix de Torralba de Ribota
que, como hemos citado, es una de las
características iglesias-fortaleza de la comarca de Calatayud.
Se la considera una de las obras maestras de la arquitectura mudéjar
aragonesa por dos razones.

La primera es su óptimo estado de conservación
puesto que casi no ha sufrido transformaciones importantes desde
el final de la Baja Edad Media salvo la adición de la puerta
del muro septentrional que es del siglo XVIII.
La otra razón es que se trata de un
edificio monumental exteriormente y que se torna en un espacio
delicadamente bello en su interior gracias a la decoración
que engalana su magnífica cabecera, sus bóvedas
de crucería, los ventanales y las pinturas, como luego
describiremos.

Desde el punto de vista histórico San
Félix de Torralba de Ribota es un templo católico
construido para su función como parroquia de la localidad
pero también con prestaciones defensivas. Las fechas de
erección no están completamente confirmadas pero
todo hace pensar que probablemente se inició a finales
del siglo XIV y se finalizaría a inicios del XV. Por tanto,
es de suponer que se construyera tras la finalización de
la Guerra de los Pedros en previsión de que las rencillas
fronterizas reaparecieran en el futuro.
Existe la posibilidad de que en la construcción
de la iglesia mudéjar de Torralba de Ribota hubiera intervenido
el maestro musulmán de nombre Mahoma Ramí, que firmó
en el año 1424 la iglesia vecina de Santa Tecla de Cervera
de la Cañada.

Arquitectura
Exterior
Indiscutiblemente la iglesia de San Félix
de Torralba de Ribota es uno de los edificios más monumentales
y bellos del mudéjar aragonés. Al ubicarse en alto,
su estampa es visible de distintos puntos del caserío y
del entorno rural que la rodea.
Si se accede desde el oeste, se ha de pasar
cerca de la llamada Plaza Mudéjar de la localidad en la
que se han construido modernos arcos apuntados de ladrillo, seguramente
para enfatizar el carácter mudéjar del monumento.

Paso de ronda o andito
La planta rectangular de la iglesia, su altura
considerable y la presencia de torres de distinta función
en las esquinas aumenta la sensación de templo-fortaleza.
Y es que flanqueando las capillas laterales se construyeron contrafuertes
rematadas en su extremo superior por torrecillas con el objetivo
de añadirle peso y estabilidad.

Por encima de las citadas capillas laterales
se creó un pasadizo o andito de vigilancia y defensa que
homologa la iglesia de Torralba de Ribota con otros templos-fortaleza
del occidente aragonés. Este paso de ronda -de acusado
carácter militar- se articula mediante tramos de cuatro
vanos de arcos apuntados cada uno desde donde poder hacer guardia
y otear el entorno e, incluso, lanzar armas a los potenciales
asaltantes.

Bajo estas galerías se encuentran los
muros de cierre de las capillas laterales que se iluminan con
un rosetón cada una. De ellos hay alguno que ha conservado
sus tracerías interiores en que vemos un total de siete
óculos que a su vez rodean tres de menor diámetro
cada uno.

La iglesia de San Félix de Torralba
de Ribota cuenta también con una torre-campanario en su
esquina noroeste, de mayor anchura y altura que las ya indicadas.
Sirve para albergar las campanas y también un reloj moderno.
Internamente, tiene este campanario estructura de alminar, mientras
que los huecos para las campanas o troneras son de arcos agudos
y doblados. Su superficie mural se decora a base de lazos de cuatro
que dibujan estrellas octogonales regulares y alargadas.

Fachada oeste
La fachada occidental conserva el aspecto austero
y monumental del conjunto templario. Se articula horizontalmente
mediante un tejaroz, un friso de esquinillas y un sector superior
de ladrillos en resalte trazando figuras geométricas de
cuadrados entrecruzados.

En el centro de este imafronte encontramos
la portada principal con finas arquivoltas ojivales de baquetón
sobre columnas muy delgadas de capiteles vegetales. En las enjutas
de esta puerta hay yeserías donde aparecen escudos de la
localidad protagonizados por una torre y tracerías góticas
flamígeras.

En el intradós de las arquivoltas hay un tímpano
bastante liso salvo un añadido barroco del siglo XVIII
en yeso compuesto por la torre del escudo de la localidad con
amplios cortinajes que caen por los laterales. El espacio principal
del tímpano lleva pintado con agramilado una sebka conformada
a base de arcos mixtilíneos. En su parte inferior quedan
tres ménsulas que a buen seguro servían para soportar
sendas estatuas de iconografía religiosa. El arco de cierre
del vano es carpanel.
Encima de esta puerta gótico-mudéjar
encontramos un bonito rosetón inscrito en una superficie
cuadrada resaltada. En las esquinas se compusieron escudos de
Aragón, de Torralba de Ribota y del obispo Juan de Valtierra,
lo que confirmaría que el edificio fue finalizado en el
primer tercio del siglo XV.

El rosetón está muy decorado
con finas tracerías que forman en su centro una estrella
de doce puntas rodeada de otras más pequeñas de
seis puntas.
Cabecera
Por su parte, la cabecera es completamente rectangular
y sin distinción entre los tres ábsides que la componen
en el interior. Su superficie mural es aquí completamente
lisa salvo en el extremo superior donde volvemos a ver el paso
de ronda con ocho vanos de comunicación con el exterior,
que en época posterior fueron parcialmente cerrados con
una celosía formada por ladrillos dispuestos diagonalmente
formando zigzags.

Interior
Si exteriormente lo que atrae de la iglesia
de Torralba de Ribota es su gallarda monumentalidad, cuando entramos
en su interior nos topamos con una arquitectura y una decoración
de gran elegancia y cromaticidad.

Nave y capillas laterales
La planta del templo es completamente rectangular.
El cuerpo principal es de una sola y muy amplia nave de dos tramos
cubierta por sendas bóvedas de crucería separadas
por otra mucho más pequeña de cañón
apuntado. Hay que fijarse en las claves de ambas bóvedas
porque son muy apreciables. En una de ellas se colocó -a
modo de una piña- un pinjante de mocárabes. En la
otra clave vemos un disco con el escudo de Torralba de Ribota.

Estas claves se encuentran rodeadas por pinturas
de cabezas de dragones con la lengua fuera en los nervios adjuntos,
algo que solemos encontrar en muchas de las iglesias góticas
españolas.

A cada lado se abrieron dos capillas laterales
entre los contrafuertes con sus bóvedas de medio cañón.
Aquí aparecen pinturas con animales
como leones, ciervos y dragones.
Cabecera
El interior de la cabecera es, indudablemente,
el sector más espectacular del templo con sus tres ábsides
cuadrados que se comunican con la nave mediante arcos triunfales
ojivales de altura escalonada.

El arco triunfal del ábside central
es el más engalanado. Es de perfil ojival y peraltado trasdosado
por un festoneado de cardinas que cae sobre dos pilares fasciculados
con ocho semicolumnas cada uno. Flanqueando el citado arco existen
dos pináculos góticos flamígeros.
En las enjutas se pintaron leones rampantes sujetando dos escudos,
uno de Torralba de Ribota y otro de la Señal Real de Aragón.
A su vez estas tres capillas se comunican entre
sí mediante muy amplios arcos apuntados. Las bóvedas
son de crucería cuatripartita.

Precisamente en estas bóvedas es donde
aparecen algunas de las mejores pinturas de la iglesia. En las
capillas laterales, alrededor de las claves, en los cuatro nervios,
aparecen las habituales cabezas de dragón y en los plementos
un círculo dorado con las siluetas de las tracerías
de un rosetón gótico rodeado de plantas. En cada
plemento también parecen dos grandes jarrones en cada uno.

En cuanto a la bóveda del ábside
principal, lo que se pinto sobre los plementos grises de la bóveda
fue un Tetramorfos, es decir, los símbolos de los cuatro
Evangelistas con filacterias identificativas: águila de
San Juan, león de San Marcos, buey de San Lucas y el ángel
que representa a San Mateo.

El mundo de color de arcos y bóvedas
de esta cabecera se complementa con la policromía y los
dorados de los estupendos retablos góticos que hay en sus
paredes y la buena colección de imaginería en madera,
presidida por un Calvario gótico.

Los cinco ventanales de iluminación
de la nave son una auténtica maravilla. Son todos bíforos,
es decir, el vano de iluminación está dividido por
un parteluz. La superficie del tímpano y los intradós
de los arcos menores están cubiertos de finas yeserías
de distinto perfil, como:
