Uno de los
acontecimientos posiblemente el de mayor trascendencia en la historia
del arte español es la aparición del estilo llamado
"MUDÉJAR" como mixtificación de
las corrientes artísticas cristianas (románicas,
góticas y renacentistas) y musulmanas de la época.
El
origen histórico-social del mudéjar hay que buscarlo
en el avance de la reconquista leonesa, castellana y aragonesa
que supuso la incorporación de territorios con población
musulmana, que aportan su saber en el campo de diversas artes.
Es comúnmente
aceptado que la aparición del mudéjar hay que datarla
en el siglo XII en la -por entonces- poderosa ciudad de Sahagún.
Esta población leonesa del Camino de Santiago se convirtió
en un fuerte centro religioso y económico en los siglos
XII y XIII como indica el Códice Calixtino "prodigio
de todo tipo de bienes". Es posible que algunas cuadrillas
de alarifes de Toledo fueran contratadas para acelerar los diversos
proyectos arquitectónicos que en ese momento se desarrollaban
en la ciudad leonesa.
En este siglo
XII, las iglesias de San Tirso, San Pedro de Dueñas y la
no muy lejana de Santervás de Campos pararon sus costosas
fábricas de sillería románica para ser continuadas
con ladrillo basadas en una decoración novedosa, todavía
dubitativa pero con acusada personalidad. Había nacido
la arquitectura mudéjar.
El mudéjar
se consolida en el siglo XIII y es exportado hacia el sur y sureste,
a tierras todas ellas llanas y con escasas canterías de
piedra (Zamora, Salamanca, Valladolid, Ávila, Guadalajara,
Madrid y oeste de Segovia, sin afectar apenas a Burgos, Palencia
y Soria)
Dentro
de la homogeneidad que exhibe el arte mudéjar, se crean
focos locales que adoptan características propias. El foco
toresano se caracteriza por el uso de decoración mural
basada en arcos de gran longitud (VER FOTO LATERAL) mientras que
el foco de Tierra de Pinares lo hace mediante la superposición
de varios cuerpos con arquerías de altura menor.
Este mudéjar,
nacido en Castilla y León a partir del románico
pero que adquiere identidad propia por su material y su decoración,
se le denomina "mudéjar castellano" "mudéjar
leonés" o más acertadamente "mudéjar
castellanoleonés" es una de las variantes regionales
del mudéjar que acompaña al toledano, aragonés,
andaluz, etc. Dado el ascendente románico de este arte,
se le ha denominado tradicionalmente por muchos autores como "ROMÁNICO
MUDÉJAR" e incluso "románico de ladrillo".
Al mismo
tiempo, en Toledo se comienzan a aprovechar antiguas mezquitas
para su reconversión al culto cristiano para lo que se
añaden cabeceras de volúmenes románicos pero
una decoración más islamizada y alejada de lo románico
que su vecino castellanoleonés.
En 1187 se
construye el ábside que cierra la mezquita califal de Bib
Al Mardum y cercana en fecha se puede datar la cabecera de San
Román. Estas dos estructuras tienen gran importancia porque
van a servir de modelo a las posteriores construcciones toledanas
del siglo XIII, en las que se imitan la superposición de
arquerías ciegas frecuentemente de trazado muy islámico
-almohade- como arcos túmidos, de herradura, etc.
No cabe duda
de que el origen mestizo del arte mudéjar, así como
sus diversas variedades regionales y una larguísima evolución
en el tiempo que abarca desde el siglo XII al XVII hacen de él
un estilo controvertido y sujeto a todo tipo de interpretaciones
y valoraciones por los estudiosos.
Para algunos
autores este estilo no es sólo una simple variante española
de la arquitectura europea de esa época, sino que adquiere
carácter propio al integrarse las corrientes cristiana
y musulmana, reelaborando y reinventándose un nuevo estilo
de enorme importancia para la historia del arte español.
Para otros, no es sino la adaptación del arte europeo internacional
a las técnicas musulmanas, pero sin perder su esencia románica
y posteriormente gótica o renacentista (denominado entonces
por estos autores, como vimos anteriormente, "románico-mudéjar"
"gótico-mudéjar"....) Por último,
para un tercer grupo de autores el primer mudéjar no es
otra cosa que degradación del románico, por perder
su carácter catequético y simbólico al carecer
de escultura monumental, lo que le convertiría en un arte
poco apreciable.
En nuestra
opinión, sin entrar en este tipo de valoraciones, lo más
reseñable es dejar establecido con firmeza que la relación
en sus formas arquitectónicas y funcionalidad -sobre todo
del mudéjar castellanoleonés- con el románico
primero y el gótico después son directas e indudables.
Encontramos en la inmensa mayoría de templos mudéjares
de los siglos XII al XIV, las mismas formas y volúmenes
arquitectónicos que el románico pétreo.
En muchísimos
casos se combinan partes construidas con ladrillo y otras con
piedra, tanto sillería como mampuesto. En otros casos una
iglesia iniciada en piedra siguiendo un canon estrictamente románico
es terminada, respetando aproximadamente su fisonomía prevista,
con ladrillo, como ocurre en varios lugares de Castilla y Aragón
(a los casos leoneses citados hay que añadir los de Fresno
el Viejo en Valladolid, y Daroca en Zaragoza).
Además,
se comprueba la perfecta compenetración de elementos arquitectónicos
y escultóricos románicos y mudéjares. Un
excelente ejemplo es las iglesia de San Juan de Alba de Tormes
donde uno de los ábsides de la cabecera mudéjar
se adorna con ventanales románicos a base de columnas hechas
con ladrillo cortados con sección circular y capiteles
de piedra completamente románicos (VER FOTO INFERIOR).
Caso muy
frecuente es encontrar edificios mudéjares recubiertos
con pinturas románicas, como en Santa María de Arévalo
(Ávila) o Valdilecha (Madrid).
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sobre el Arte Mudéjar
Mudéjar
castellanoleonés
Para el éxito
de la difusión del mudéjar en un territorio dominado
por el románico puro hay que contar con la probable existencia
de población mudéjar en estas comarcas castellanoleonesas
que conociera las técnicas de construcción con ladrillo.
Pero más aún, el factor decisivo debió ser
la economía y rapidez que este modo de proceder aportaba
respecto al uso de la piedra de cantería. Otra razón
importante que afecta a extensas comarcas castellanas, y que con
frecuencia pasa desapercibida, es la escasez de buenas canteras
de piedra en las regiones donde se difundió lo que aconsejaba
la edificación con ladrillos en combinación con
mampostería.
El arte mudéjar
castellanoleonés tiene en la amplia comarca "Tierra
de Pinares" su máxima concentración. En un
hipotético pentágono trazado entre las ciudades
de Zamora, Salamanca, Ávila, Segovia, Valladolid y cerrado
de nuevo en Zamora, el mudéjar castellanoleonés
se desplegó en miles de templos concejiles, de los que
quedan restos actualmente en varios cientos. Algunas importantes
ciudades de este territorio, como Toro, Alba de Tormes, Arévalo,
Madrigal de las Altas Torres, Cuéllar, Coca y Olmedo, tienen
en el mudéjar su verdadero sello de identidad artístico.
Definitivamente,
El mudéjar castellanoleonés trasvasó el Sistema
Central y alcanzó también a otras zonas más
meridionales como el norte de Madrid y Guadalajara.
Si comparamos
una edificación románica del periodo clásico
construida en piedra y otra mudéjar de ladrillo, encontramos
coincidencias plenas, pero también adaptaciones obligadas
por el cambio de material, creando volúmenes y estéticas
nuevas que le dan a este estilo su personalidad.
La planta
de la mayoría de los edificios será la habitual
de los templos rurales románicos, es decir de una sola
nave rectangular engarzada a una cabecera, que a su vez se articula
en tramo presbiterial y ábside semicircular de menor diámetro.
La cabecera, dirigida a oriente de manera canónica,
tiene tramo recto abovedado con medio cañón (en
ocasiones apuntado) y rematado en hemiciclo con bóveda
de cuarto de esfera al modo románico habitual.
En
las mejores muestras del "mudéjar castellanoleonés"
se emplean, para decorar los muros tanto exteriores como interiores
de la cabecera, franjas o cuerpos superpuestos de arcos ciegos
de medio punto, normalmente doblados, también se combinan
con pisos de recuadros, muy al estilo de la segoviana ciudad de
Cuéllar. Estos arcos y recuadros están rodeados
por alfiz.
Los citados
cuerpos no están separados entre sí mediante impostas
salientes como ocurre en el mudéjar toledano que describiremos
posteriormente.
Las cornisas,
a diferencia del románico de piedra, cuyos aleros están
sustentados por canecillos labrados, son aquí sostenidas
habitualmente por filas superpuestas de ladrillos a sardinel,
en esquinilla o cortados en perfil de nacela.
Las originales
cubiertas de las naves serían de madera de par y
nudillo, pero que no han perdurado hasta nuestros tiempos. Este
tipo de techumbre anulaba la necesidad del uso de contrafuertes
de las iglesias románicas abovedadas. Este hecho que puede
parecer diferenciador con relación al románico de
piedra, no lo es tanto, puesto que no podemos olvidar que la mayoría
de los templos románicos rurales de Castilla y León
construidos en piedra son tan humildes que se descartó
el abovedamiento salvo para la cabecera.
Las naves
se rodeaban de muros normalmente más pobres, de mampostería
encintada con hiladas de ladrillo. Interiormente, cuando eran
tres, se separaban con arcos doblados de medio punto o apuntados
que apoyaban sobre pilares cuadrados descantillados en los ángulos
o de sección de cruz griega, rematadas por voladizos de
ladrillo en perfil de nacela, en imitación de los capiteles
del románico pétreo.
Las puertas
de la arquitectura mudéjar, también imitan el románico
de piedra, aunque suelen ser más pequeñas, disponiendo
de varias arquivoltas planas de ladrillo, con arcos semicirculares
o algo apuntados, siempre apoyadas sobre ladrillos cortados en
formal de nacela. El conjunto habitualmente es recuadrado por
alfiz y completado con frisos decorativos en su parte superior,
especialmente de esquinillas.
Las torres
pertenecientes a estilo "mudéjar castellanoleonés"
no tienen una ubicación fija con respecto al resto de la
iglesia, aunque se prefiere el costado septentrional de las iglesias.
El modelo más abundante, y similar al románico de
piedra aunque más austero, consiste en un alto cuerpo de
mampostería encintada, rematada por otro superior, en cuyas
caras se abren dos vanos con arco doblado, de medio punto o apuntado,
rematados con sendos frisos de esquinillas y rodeados de alfiz.
En cuanto a su estructura interna, la mayoría son huecas,
con escaleras de madera adosadas a los muros, aunque no faltan
las que tienen escalera embebida en sus paredes.
En cuanto
a las galerías porticadas, se han conservado en
aceptable buen estado la de Prádena del Rincón (Madrid)
y Orbita (Ávila), que de nuevo son un equivalente directo
a la galería porticada románica, donde de sustituyen
los sillares por ladrillos y las columnas por pilares.
Mudéjar
Toledano
A la llegada de los conquistadores
castellanos a tierras toledanas, la primera medida tomada es emplear
ciertas mezquitas musulmanas y convertirlas al culto cristiano.
Pasada esta
primera época de asentamiento y alejada la amenaza almorávide,
comienzan a edificarse nuevas iglesias "exnovo". Estos
edificios cumplen con las formas arquitectónicas que los
conquistadores y repobladores de los siglos XI y XII llevan a
la ciudad, que no son otras que las del románico. Sin embargo,
la población musulmana mayoritaria, la estética
imperante en cualquier esquina de las calles de Toledo y el uso
de mano de obra autóctona permite que el resultado se desvíe
más del canon románico que lo visto en el apartado
del mudéjar castellanoleonés.
En toda la
provincia de Toledo, algunos lugares de Guadalajara y Extremadura
y el sur de Madrid se extiende esta arquitectura de ascendencia
románica pero con una indudable personalidad propia, que
incluso a medida que pasa el tiempo, se acentúa todavía
más.
La cabecera,
tanto triabsidal como monoabsidal sigue dirigida al este presentando
las mismas plantas y abovedamientos que el mudéjar castellanoleonés
y románico puro.
Sin embargo,
la decoración mural es mucho más barroca
y variada de gran sabor oriental, influida por las formas almohades.
Los muros
siguen estando estructurados en cuerpos superpuestos decorados
por arcuaciones ciegas, pero son más variadas que el mudéjar
castellanoleones. Los arcos de la franja inferior suelen ser de
medio punto doblados, los del segundo son túmidos (de herradura
apuntados) trasdosados de arco polilobulado y en caso de haber
otros cuerpos superiores puede haber arcos de herradura normal,
de nuevo de medio punto o entrecruzados, etc.
Otra característica
es que los distintos cuerpos se separan por gruesas y salientes
impostas.
Otro elemento
diferenciado del mudéjar toledano con respecto al castellanoleonés
son las puertas, mucho más islamizadas. Es frecuente
encontrar en las iglesias toledanas en que se han conservado puertas
con rica ornamentación a base de arcos de herradura angrelados.
Buenos ejemplos son las puertas de Santiago del Arrabal (Toledo)
o la de Carabanchel Bajo (Madrid)
Las torres del mudéjar toledano comparten las premisas
establecidas para otros elementos arquitectónicos: profusión
de decoración frente a la austeridad del mudéjar
castellanoleonés Los campanarios toledanos de Santo Tomé,
en la capital toledana y Santa María de Illescas son algunos
buenos ejemplos
Hay que citar
aquí que el mudéjar evoluciona hasta el siglo XVI
de manera continua ligándose a la corriente gótica
y renacentista, pero en muchos casos sin abandonar del todo la
estética primitiva con la que nació, como demuestra
la torre de Navalcarnero obra del siglo XVI y que muestra arcos
entrecruzados que parecieran realizados tres siglos antes.
Mudéjar
de carácter popular
En zonas pobres, rurales
y normalmente serranas de ambas Castillas (principalmente en Ávila,
Segovia, Madrid, Guadalajara y Toledo), encontramos un tipo de
arquitectura muy popular y pobre, que aplica las enseñanzas
más básicas e imprescindibles de los estilos anteriores.
Dada la sencillez
estructural y decorativa de esta arquitectura religiosa no es
lógico adscribirla a una u otra familia del mudéjar,
sino un tipo-resumen (funcional y sumario) de lo visto anteriormente.
Las cabeceras,
que suelen ser los restos conservados, tienen muros lisos sin
la consabida decoración de arcos de ladrillo que sería
la fundamental referencia para asociarlas al mudéjar toledano
o castellanoleonés, La fábrica es de mampostería,
aunque en otros casos este material se refuerza con algunas hiladas
horizontales de ladrillo.
Algunos ventanales
conservados podrían forzar -por el perfil de sus arcos-
alguna relación con lo toledano o con lo castellanoleonés,
pero como hemos citado anteriormente, creemos que debe considerarse
como una arquitectura propia resumen de otras tendencias artísticas
más ricas y urbanas.
Este tipo de construcción fue probablemente el más
extendido y tardío por su marcado carácter popular
y debería posponerse a los siglos XIII e incluso XIV.
Por la fragilidad
de estas construcciones y su menor calidad artística, fueron
masivamente sustituidas a partir del auge constructivo del siglo
XVI.
No son, sin
embargo, despreciables estos restos y nuestro interés debe
ser restaurarlos y conservarlos. Desde el punto de vista histórico
ayudan a comprender las complejas y largas tendencias de mestizaje
y popularización del inicial románico internacional
hasta llegar a una arquitectura autóctona.
Es su adaptación
a la paupérrima sociedad de las minúsculas aldeas
castellanas del sur del Sistema Central lo que le confiere su
personalidad y valor a este popularizado mudéjar.
Mudéjar
de Aragón
Las características
más acusadas del mudéjar presente en Aragón
frente al de otros territorios (Castilla y León Toledo,
Andalucía) son:
No suelen
presentar atauriques de yeso, sino que las paredes del interior
de las iglesias se suelen pintar o esgrafiar.
La decoración
mural exterior de ladrillo es mucho más compleja y barroca
que el mudéjar de otras partes de España, creando
verdaderos entramados de "encaje" de ladrillo a base
de frisos de esquinillas, espinas de pez y sobre todo rombos,
arquerías murales a base de arcos mixtilíneos
o de herradura entrecruzados, lacerías, etc.
Esta decoración
de ladrillos salientes del muro crea un importante efecto de
claroscuros, que es reforzado por los brillos de la cerámica
vidriada que se verá posteriormente. El efecto alcanzado
es de vida y movimiento.
El alfiz
se emplea para enmarcar tanto los arcos murales decorativos
como los constructivos.
Los vanos
pueden ser de medio punto o apuntados y hay gran predilección
por los ajimeces con mainel central.
La cerámica
vidriada es uno de los sellos de interés de la arquitectura
mudéjar en Aragón. Se emplean grandes platos circulares
y otras figuras para decorar los muros e incluso se da en bastantes
iglesias que los fustes de las columnas se hacen de este material.
Los colores predominantes son el blanco, verde, rosado....
En cuanto al plano
arquitectónico el mudéjar aragonés está
muy marcado por la arquitectura cisterciense.
Sobre la estructura
de los templos, podemos hablar de dos prototipos:
La iglesia de una nave
con cabecera poligonal
La nave está abovedada
con crucería con capillas laterales entre los contrafuertes
y rematado por ábside poligonal, iluminada mediante ventanales
agudos en cada cara. Un buen y conocido ejemplo es la iglesia
de la Magdalena, en la ciudad de Zaragoza.
Iglesia
fortaleza
Basada
en arquitectura gótica-cisterciense. Tiene planta de
salón cuya nave se aboveda con crucería de ladrillo
y pequeños sectores de bóveda de cañón.
Esta nave está
rematada en testero plano con tres ábsides o capillas
abiertas mediante arco apuntado. Estas iglesias tienen un
pasadizo por encima de las capillas laterales abiertas al
exterior por arquería de ladrillo y que recorren el
perímetro de la iglesia, al estilo de un "paso
de ronda". Los contrafuertes que hacen las veces de arbotantes
suelen estar rematados por torrecillas. Los ejemplos más
perfectos y mejor conservados son las iglesias de Tobed y
Torralba de Ribota.
Torres
campanarios mudéjares en Aragón
Si
por algo especial es reconocido popularmente el mudéjar
aragonés es por su magnífica colección
de espectaculares campanarios.
La mayoría
de los campanarios de estilo mudéjar de Aragón
son del tipo llamado "alminar", es decir, de planta
cuadrada con un machón central y entre éste
y la los muros perimetrales, escaleras cubiertas por bóvedas
por aproximación de hiladas. Por encima de esta estructura
típica de alminar almohade se construía un cuerpo
de campanas.
Los campanarios fueron
al principio de sección cuadrada, pero por la influencia
italiana causada por los dominios aragoneses en aquellas tierras,
se construyeron también de planta poligonal, en concreto
octogonal.
Otra
variedad es la torre que se eleva como un prisma cuadrangular
pero rematada con cuerpo de campanas octogonal, como en el
caso de Ricla, Utebo y otras muchas más.