Guía del Arte Mudéjar en la Comarca
de Valdejalón
Introducción
La comarca de Valdejalón se sitúa
a caballo entre las ciudades de Zaragoza y Calatayud, quedando definida,
como su propio nombre indica, por el fértil y aireado valle
que traza el río Jalón en su curso medio poco antes
de desembocar en el Ebro unos kilómetros al norte de la capital
aragonesa.
Por su situación, no lejos de importantes focos
de influencia como son Daroca, Calatayud o la propia ciudad de Zaragoza,
el territorio de Valdejalón es próspero en cuanto
a patrimonio mudéjar conservado, formando sus templos parte
del grupo de iglesias mudéjares aragonesas distinguidas en
2001 como patrimonio de la humanidad por la Unesco.
La Almunia de Doña Godina
Capital de la comarca de Valdejalón, La Almunia
de Doña Godina es, en la actualidad, una prospera población
de casi 8000 habitantes cuyos orígenes se remontarían
a tiempos de la dominación árabe, habiendo conservado
de aquellos tiempos su topónimo actual "Almunia",
que vendría a traducirse como "huerto", "granja"
o, en definitiva, una explotación agropecuaria de carácter
suburbano.
Tras
la caída de la población en manos cristianas, consta
documentalmente que fue erigida una modesta parroquia en estilo
románico que, ya en el siglo XIV, sería dotada de
una nueva torre campanario, la cual, vio como se recrecía
en una segunda campaña durante el siglo XVI.
A mediados de la decimoctava centuria y tras quedar
obsoleta debido al desarrollo de la población, fue requerida
la construcción de un nuevo y amplísimo templo de
tipo neoclásico siguiendo los planos del arquitecto Joaquín
Yarza y Cevallos, el cual, tan sólo respetó de su
primitiva construcción la citada torre.
Así pues, del monumental conjunto eclesial apreciable
en la actualidad, nuestro interés se concentra en la torre
campanario, encastrada hoy entre el presbiterio y el brazo norte
del crucero. En ella, son perfectamente distinguibles sus dos fases
constructivas: una primera del siglo XIV que vendría a corresponderse
con el primer cuerpo prismático; y una segunda del siglo
XVI en la que sería añadido el cuerpo superior octogonal.
El primer cuerpo, correspondiente al siglo XIV, presenta
la prototípica disposición de los alminares almohades,
planteándose a base de un machón central rodeado por
escaleras abovedadas y, todo ello, revestido por una caja muraria
externa. En cuanto a la ornamentación exterior, ésta
se compone de varias bandas paralelas en zigzag, fórmulas
romboidales, ladrillos en esquinilla y un gran panel que simula
el entrecruzamiento de varios arcos, todo ello animado por la genuina
decoración a base de piezas cerámicas vidriadas.
El cuerpo superior renacentista, dotado de verticales
pináculos angulares, se divide, a su vez, en tres pequeños
registros separados entre sí por cornisas resaltadas a base
de azulejería vidriada ornamental en tonos blancos y verdes,
quedando decorados sus paneles entre los huecos de campanas mediante
sencillas formulaciones geométricas.
Ricla
La iglesia parroquial de Nuestra Señora de la
Asunción de Ricla es hoy, como ocurre en numerosas construcciones
mudéjares aragonesas, el resultado de varias etapas constructivas
acometidas en diferentes momentos en base a las necesidades de la
población.
Tal y como está constatado documentalmente,
su primera fase, correspondiente a la cabecera poligonal, se iniciaría
durante la primera década del siglo XV, siendo concebida
a la manera de las llamadas iglesias fortaleza -tan típicas
en la región- y que se caracterizan por estar dotadas de
una tribuna sobre las bóvedas de las capillas laterales y/o
absidiales abierta al exterior mediante una galería de arcos.
Ya en el siglo XVI, como consecuencia del crecimiento
demográfico experimentado por la localidad, el templo sería
ampliado con un tramo más en su nave y dotado de una nueva
torre-campanario, la cual, quedaría finalizada hacia 1542.
Dicha torre responde al modelo de campanarios mudéjares
de tipo mixto, es decir, combinando un primer cuerpo de planimetría
cuadrangular al estilo de los alminares almohades; y un segundo
poligonal, generalmente ochavado.
El primer cuerpo, al igual que su homónimo de
La Almunia de Doña Godina, presenta varias bandas de ladrillos
en esquinilla, ménsulas en degradación, paneles a
base rombos que recuerdan a las también almohades redes de
sebka, y vanos de medio punto cegados.
En el cuerpo superior octogonal, reconstruido en el
siglo XVIII tras ser desmochado el original, cuenta con contrafuertes
angulares y paneles decorativos superpuestos entre los que se abren
los huecos de campanas. Como es habitual también en los campanarios
mixtos, en los huecos resultantes al pasar de una forma cuadrangular
a otra octogonal fueron elevados pequeñas torretas angulares
a modo de pináculos.
También en una reforma dieciochesca el templo
vio como fue replanteada su primigenia orientación litúrgica,
de manera que el último tramo de la nave hacia los pies,
pasó a desempeñar la función de cabecera, abriéndose
en ella una portada de acceso de estilo neoclásico.
Épila
Épila es otra de las poblaciones más
pujantes de la Comarca de Valdejalón, siendo además,
una de las de mayor historia al ir su nombre íntimamente
ligado a los Condes de Aranda, linaje que tuvo su cuna y solar en
la localidad y al que se debe prácticamente todo su esplendor
durante la Edad Moderna.
Fueron precisamente los Condes de Aranda quienes, durante
la primera mitad del siglo XVII, fundaron el Convento de la Concepción,
principal monumento mudéjar de Épila y a cuyo palacio
está unido mediante una pasarela cubierta sostenida por dos
arcos gemelos de medio punto.
La iglesia conventual es un edificio de planta cuadrangular
y considerables dimensiones cuyo principal interés de concentra
en las galerías de arquillos que recorren la parte superior
de sus fachadas, en las cuales, fueron dispuestas interesantísimas
celosías de tradición hispanoárabe.
Pese a su evidente degradación y al hecho de
que varias de ellas se encuentren en la actualidad cegadas y, por
lo tanto, despojadas de sus efectos de claroscuro originales, en
la gran mayoría se aprecia una gran depuración técnica,
presentando principalmente motivos geométricos como retículas,
círculos concéntricos, rombos, cuadrilóbulos,
estrellas, y mallas caladas floreadas de atrevida filigrana.
En el palacio condal anexo, también en los vanos
abiertos en la recurrente galería aragonesa de arcos de medio
punto, fueron dispuestas varias celosías más del mismo
estilo que las que ornan las fachadas del convento.
Lumpiaque
Aguas abajo del río Jalón, concretamente
en su margen izquierdo, se ubica la población de Lumpiaque,
en la cual, destacando sobre el caserío, es perfectamente
visible desde la distancia la enhiesta silueta del campanario de
su iglesia de San Francisco de Asís.
Es precisamente la torre-campanario el único
resto visiblemente mudéjar que se aprecia en su iglesia,
ya que, en la actualidad, sus fachadas se muestran totalmente encaladas.
Tanto por su tipología como por los elementos decorativos
en ladrillo sobre ella desplegados, podría ser una obra datable
entre los siglos XV y XVI.
La torre responde al ya conocido modelo de alminar
almohade compuesto de un machón central abrazado por una
escalera abovedada mediante aproximación de hiladas que,
a su vez, queda envuelta por una caja muraria externa.
Se eleva ésta en dos cuerpos: uno inferior enfoscado
en su parte baja y animado mediante paneles de rombos y frisos en
esquinilla en su parte alta; y un segundo concebido originalmente
para albergar las campanas que vio como sería cegado a raíz
de que, ya bien entrado el siglo XVIII, fuese añadido un
tercer cuerpo moderno para tal fin.
Urrea de Jalón
A pocos kilómetros al norte de Lumpiaque, la
modesta población de Urrea de Jalón conserva aún,
pese a los lógicos efectos del progreso, huellas de su antiguo
trazado urbano medieval a base de estrechos callejones e intrincados
pasadizos. A nuestros días y en un enclave dominante respecto
al caserío, han llegado también los menguados restos
de su castillo defensivo, conocido popularmente como Castillo de
Orosa.
Bastante encajonada en el centro de la población
se ubica la iglesia parroquial del Salvador, construcción
que presenta la particularidad de conservar parte de la ornamentación
mudéjar original en su fachada occidental, circunstancia
bastante singular ya que, en muchas construcciones análogas
y contemporáneas de la zona, se ha perdido debido a intervenciones
tardías.
Consta ésta de una primera y ancha banda horizontal
de tipo geométrico a base de rombos, una segunda conformada
por varias líneas de ladrillos en esquinilla, y una prominente
cornisa volada sustentada por ménsulas con forma de pirámide
invertida.
Esta decoración tiene su continuidad a lo largo
del primer cuerpo de la torre campanario, único conservado
de la obra original ya que, en fechas posteriores, el cuerpo de
campanas sería sustituido por uno más moderno de planta
octogonal y rematado por un llamativo chapitel de color rosado.
Otros restos mudéjares en la Comarca de
Valdejalón
En el extremo occidental de la comarca, merece una
mención la iglesia parroquial de Nuestra Señora de
la Huerta de Villanueva de Jalón, pequeña población
abandonada y en avanzado estado de ruina situada entre Chodes y
Morata de Jalón.
El edificio, en un estado lamentable pese a que vienen
siendo varias las voces que abogan por una urgente restauración,
conserva su primitiva torre mudéjar, en cuyo primer cuerpo
se aprecia una decoración a base de bandas en zigzag, ladrillos
en esquinilla, y una curiosísima composición apenas
repetida en el territorio a base de dos líneas ondulantes
que se entrecruzan conformando rombos.
También mudéjares son las torres
de las iglesias de San Martín Obispo de Salillas de Jalón
y de San Clemente de La Muela, esta última, dotada
además de ornamentación a base de azulejos de cerámica
vidriada.
(Autor
del texto del artículo/colaborador de ARTEGUIAS:
José Manuel Tomé)