Arte Celta
Introducción a la historia de los celtas
El
mundo celta ha generado tradicionalmente -y en especial en el siglo
XX- una fascinación y embrujo como pocas civilizaciones lo
han hecho. En este sentido, las fábulas y leyendas sobre su
mitología, y los rituales de personajes como druidas, hadas,
duendes, etc. nos recuerdan la romántica fascinación
que la cultura egipcia generó en la alta sociedad del siglo
XIX o lo que actualmente sucede con los supuestos enigmas que rodean
a las viejas prácticas de los templarios.
El pueblo celta
hunde sus raíces en la Edad del Hierro hace más de 20
siglos y sus territorios eran amplísimos en casi toda Europa.
La primera etapa
de su historia se denomina Cultura de la Hallstatt y de esa época
se han encontrado fortificaciones y tumbas espectaculares, lo que
demuestra que ya era un pueblo poderoso y avanzado.
La siguiente
etapa es conocida como La Tène, en que la cultura celta recibe
el influjo de etruscos y griegos a partir del siglo V a.C. y en que
se considera que se perfila de forma auténtica las características
de la cultura y arte celta.
La presión
que otros pueblos germanos y los romanos ejercen sobre los celtas
hace que sus ocupaciones durante el Imperio Romano y la Edad Media
se limiten a ciertos territorios del norte de Francia, Irlanda, Gales
y Escocia.
Los
celtas en España
El pueblo celta
se ubica en el norte de la Península Ibérica a partir
de los siglos VI ó VII a.C. procedentes de Centroeuropa.
A partir de este momento, el pueblo celta se funde parcialmente con
el sustrato indígena ibérico creando la nueva civilización
celtibérica que se extiende por amplios territorios de la Meseta
Central, Sistema Ibérico y Valle del Ebro.
El
Arte Celta
Buenos guerreros,
los celtas adquirieron rápidamente fama de gentes feroces e
incivilizadas por aquellos pueblos a los que se enfrentaron, como
griegos y romanos. Sin embargo, al margen de su pericia y valor en
el campo de batalla, la civilización celta tuvo un refinado
sentido de la estética y fueron amantes del arte y de la arquitectura,
que aplicaron con especial éxito en campos tan variados como
la orfebrería, la forja o el urbanismo.
El arte celta está basado en dos tendencias distintas en cuanto
a los elementos representados y el estilo empleado: la tendencia naturalista
y la geométrica.
La tendencia
de representación de la naturaleza
Los artistas
celtas tuvieron gran vocación por la representación
de la naturaleza en que vivían. Proliferaron tanto motivos
vegetales como guirnaldas, hojas y flores, como distintos animales
y personas. Estas figuras suelen ser interpretadas de forma esquematizada
y estilizada, pero con gran expresividad.
La tendencia
geométrica abstracta
El artista celta
también gustaba de la creación de diseños geométricos
complejos a base de líneas continuas que fluyen de forma intrincada
-frecuentemente entrelazándose en nudos- creando composiciones
de gran belleza
Estas dos tendencias van a confluir y se emplearán en diversas
artes aplicadas como la vestimenta, las joyas, el armamento y los
útiles domésticos.
Urbanismo,
arquitectura y escultura
Los Castros
celtas
Los pueblos celtas
solían asentarse en emplazamientos elevados, en lo alto de
colinas o cerros. Estos poblados estaban amurallados y rodeados por
fosos, para garantizar su defensa. También solía haber
una torre de vigilancia que dominaba amplias extensiones de terreno
que les permitía avistar con tiempo las incursiones enemigas.
Estos poblados se denominan castros y su área interior estaba
estructurada en espacios adaptados específicamente para cada
actividad.
Muchos de estos
castros celtas, al ser conquistados por Roma, se convirtieron en importantes
ciudades romanas como Clunia, Uxama, Segóbriga, etc.
En la zona central
de la Península, junto a los castros, proliferaron la escultura
en piedra de grandes animales cuadrúpedos llamados verracos
y que se identifican con algunos de etnias celtibéricas prerromanas
(vetones, várdulos, turdetanos, etc.)
Lugares sagrados
y necrópolis
Las ceremonias
religiosas de los celtas se llevaban a acabo al aire libro por lo
que no existen templos o santuarios, como en otras civilizaciones,
pero sí se han encontrado inscripciones rupestres de lugares
consideraban sagrados o donde se practicaban algún tipo de
ritos
También se han encontrado numerosas necrópolis celtas.
Orfebrería
La Orfebrería
celta fue uno de los campos artísticos más destacados.
Se han hallado un gran número de piezas de ajuares como fíbulas,
torques, pendientes, collares, brazaletes, cinturones etc. de metales
que van desde el hierro, el bronce y metales preciosos.
Las fíbulas
eran piezas de metal que servían para unir y sostener partes
del ropaje, (cumpliendo la función de los modernos imperdibles).
Los torques eran adornos rígidos para el cuello, a modo de
collares, usados como símbolo distintivo por las altas jerarquías
de las tribus.
El trabajo artístico
del metal también se aplicó al armamento, como en la
decoración de escudos y cascos y especialmente de espadas,
cuyos mangos solían recibir el mejor de los tratamientos. Estas
empuñaduras podían llegar a estar enriquecidas con esmaltes,
marfiles y piedras preciosas y adornarse con motivos geométricos,
zoomorfos y humanos.
La orfebrería celta alcanzó también a los objetos
y útiles cotidianos o de tipo religioso, como en el caso de
máscaras ceremoniales, calderos y figuritas votivas.
Iluminación
de manuscritos
Será en
el periodo ya medieval y con la asimilación del Cristianismo,
cuando el arte celta alcance sus mejores obras de escultura, orfebrería
y especialmente en la iluminación de manuscritos.
Los manuscritos
iluminados celtas del Medievo son verdaderas obras maestras gracias
a la habilidad de los artistas en el campo de la caligrafía
ornamental, como se demuestra en el famoso Libro de Kells. Para ello,
los artesanos empleaban la misma minuciosidad decorativa aplicada
al pergamino que se había practicado tradicionalmente en la
orfebrería. El resultado es el de bellos e imaginativo diseños
de gran complejidad y colorido.