Camino
de Santiago en Navarra.
Monumentos de estilo románico
El
Camino de Santiago en Navarra tiene dos ramales importantes. El
más conocido, llamado Camino Francés, entraba en
Navarra por Roncesvalles en dirección a Pamplona para,
a continuación, proseguir por Puente la Reina, Estella
y dirigirse hacia el sureste en dirección a Viana, justo
antes de ingresar en La Rioja.
El segundo
ramal,
llamado "Camino Aragonés", partía de Somport
(Huesca) y, tras atravesar enclaves oscenses como Jaca o San Juan
de la Peña, se dirigía hacia el este por el Monasterio
de Leyre y Sangüesa en dirección a Puente la Reina,
donde se unía con el Camino Francés.
El
Camino Francés
Roncesvalles
En esta legendaria
población, primera parada de relieve del Camino de Santiago
por tierras Navarras, encontramos dos interesantes obras medievales.
Por un lado, la pequeña Iglesia de Santiago, edificación
del siglo XIII en la que sobresale su portada de arquivoltas apuntadas
en cuyo tímpano, se conserva un crismón de sabor
plenamente románico.
Mucho más
interés presenta la capilla funeraria del Espíritu
Santo, conocida popularmente como el Silo de Carlomagno
ya que, según la tradición, fue mandado levantar
por dicho emperador para enterrar en ella a los francos muertos
en batalla. Sea como sea, apenas se conserva documentación
que nos aclare la finalidad de tan curioso edificio, si bien es
cierto que parece clara tanto su finalidad funeraria como su directa
vinculación con el importante complejo hospitalario que,
desde fecha remota, existiría en Roncesvalles.
Al exterior,
llama la atención su perímetro porticado que reviste
una estructura de planta centralizada dividida en dos cuerpos:
uno inferior cubierto con bóveda de cañón
que cumpliría las funciones de carnario, y uno superior
reforzado mediante dos potentes nervios que serviría de
capilla para honrar a los difuntos.
Pamplona:
Museo de Navarra
La primitiva
catedral capitalina debió ser, a juzgar por los restos
conservados, una soberbia obra del más depurado estilo
románico sin embargo, las distintas reformas a las que
fue sometida a lo largo de los siglos, acabaron por ocultar su
primitiva traza altomedieval hasta el punto de hacerla, salvo
en espacios aislados, prácticamente imperceptible.
Testigos mudos
de esa primera fase son los soberbios capiteles procedentes del
claustro original depositados en el Museo de Navarra. En ellos,
son perfectamente apreciables las manos del Maestro Esteban y
de un segundo maestro anónimo conocido como el Maestro
del Claustro.
Otros testimonios
del relevante papel que ostentaría la ciudad de Pamplona
durante los siglos del románico son los restos de su Palacio
Episcopal; el Palacio de los Reyes de Navarra, hoy oculto tras
la reforma que en años recientes dirigió Rafael
Moneo; y la iglesia de San Nicolás.
Alrededor
de Pamplona han subsistido cuatro iglesias que conservan su galería
porticada, un fenómeno cuanto menos curioso por estar geográficamente
tan alejadas del foco soriano y segoviano, donde estas estructuras
se desarrollaron tan ampliamente.
De todas ellas,
la de Gazolaz es la más llamativa por su robustez, aunque
los vanos ajimezados trasdosados por otro gran arco que los envuelve,
confieren al conjunto gran armonía. La escultura de los
capiteles es variada y de carácter anecdótico, todo
ello sin perder su expresividad.
Las otras
tres galerías se encuentran en las localidades de Larraya,
Sagües y Eusa.
Cizur
Menor
Muy cerca de la capital,
y prácticamente absorbida por su expansión, Cizur Menor conserva
nada menos que tres testimonios románicos. La parroquia, dedicada
a San Emeterio y San Celedonio, se emplaza en el punto más elevado
del caserío, siendo de destacar su ábside semicircular y su puerta
sur que, bajo un pórtico moderno, presenta tres arquivoltas apuntadas
y un sencillo crismón en su tímpano.
Al otro lado del Camino y rivalizando en empaque con la parroquia,
la Iglesia de San Miguel Arcángel, abandonada durante años y recientemente
restaurada con bastante acierto, formó parte de una encomienda
sanjuanista de la que existen noticas documentales desde 1135.
Se trata de una construcción de nave única rematada en ábside
poligonal con una potente torre, probablemente posterior, de aspecto
fortificado. Al costado meridional, abre una elegante portada
de tres arquivoltas baquetonadas sobre columnas y, de nuevo, un
tímpano adornado con el crismón.
A la salida de la localidad
y en la misma orilla de la Ruta Jacobea, ha pervivido una sencilla
fuente medieval techada a dos aguas y abierta en una sencilla
portada de dos arcuaciones lisas.
Zariquiegui
En plena ascensión
al llamado Alto del Perdón, donde existió hasta
hace no mucho un hospital de peregrinos y una ermita, la iglesia
de San Andrés de Zariquiegui se presenta ante el peregrino
como una sobria fábrica gótica que conserva, adosada
al muro sur.
Su primitiva portada románica de tres arquivoltas sobre
columnas coronadas por capiteles vegetales que acoge en su tímpano,
como en tantas otras iglesias del entorno, un modesto crismón
trinitario.
Puente
la Reina
Localidad
de gran relevancia en los contextos jacobeos ya que muy cerca
de ella, concretamente en la población de Obanos, confluyen
el Camino Aragonés y el Francés para fundirse en
uno sólo.
Estructurado urbanísticamente en torno a una vía
principal, como la mayoría de localidades nacidas y crecidas
al amparo del Camino de Santiago, es sin duda el puente románico
sobre el río Arga la imagen más recurrente de Puente
la Reina, un puente de siete ojos cuyas luces van decreciendo
progresivamente desde el arco central, y que remata en una estructura
torreada bajo la cual, un pasadizo abovedado sirve de entrada
o salida al burgo.
La Iglesia de Santiago, ubicada en la rúa principal de
la localidad, debió ser una importante obra tardorrománica
de principios del siglo XIII la cual, en siglos sucesivos, fue
objeto de distintas reformas que afortunadamente, supieron respetar
su soberbia portada original, abierta en seis arquivoltas de medio
punto sobre cinco pares de columnas entre las cuales, se acodillan
otras tantas de menor grosor que desembocan en curiosos mascarones
antropomórficos.
La arquivolta
interior es de perfil polilobulado mientras que en las exteriores
se dibujan diferentes escenas figuradas, en disposición
longitudinal, de muy difícil interpretación debido
a su desgaste.
Por
último, a la entrada localidad, cabe ser reseñada
la Iglesia del Cruficijo, un modesto edificio, muy probablemente
vinculado a un hospital, que en origen constaría de nave
única rematada en testero semicircular pero que, en época
gótica, fue ampliada con la anexión de una segunda
nave culminada en un ábside poligonal.
Llama la atención su portada principal, en cuyas arquivoltas,
ya ligeramente apuntadas, fue desplegado un interesantísimo
programa ornamental.
Asentado sobre una colina
divisable por el peregrino desde varios kilómetros de distancia,
la localidad amurallada de Cirauqui conserva, en su iglesia parroquial
de San Román, una soberbia portada de transición que, sin ningún
género de dudas, puede catalogarse como una de las más elegantes
de Navarra.
Consta de ocho arquivoltas
apuntadas y magníficamente decoradas con filigranas vegetales,
destacando la interior, polilobulada y, muy probablemente, obra
del mismo taller que la que encontramos en la no lejana iglesia
de San Pedro de la Rúa de Estella.
También
al mismo pie del Camino Jacobeo, la parroquia del Salvador de
Lorca, muy reformada en distintas etapas, conserva, de su primitiva
fábrica románica, un sobrio ábside semicircular
dividido en tres paños mediante dos columnas que rematan
en la cornisa original, en la cual, son también perceptibles
varios canecillos figurados. En
su interior conserva una sencilla pila bautismal, muy probablemente,
contemporánea a la cabecera.
Villatuerta
Notablemente
desarrollada en las últimas décadas por la inevitable
presión y expansión demográfica de la cercanísima
Estella, la población de Villatuerta conserva, además
de un encantador puentecillo medieval sobre el río Iranzu;
una Iglesia de transición dedicada a Nuestra Señora
de la Asunción de la que destaca su imponente torre de
cuatro cuerpos, y una sencilla portadita trasladada desde una
cercana ermita desaparecida.
Estella
La villa de
Estella, asentada en un marcadísimo meandro que traza el
río Ega, vivió los siglos del románico vinculada
íntimamente al Camino de Santiago.
El Códice
Calixtino la cita con halagos por los bienes materiales que disponía
y los servicios que ofrecía a los peregrinos, sobre todo
tras la concesión del su Fuero en 1090, fecha clave para
el crecimiento de la población ya que, a partir de entonces,
fueron levantados numerosos templos románicos de los que,
varios de ellos, se conservan en buen estado.
Nada más
entrar en la localidad por la ruta jacobea, el visitante queda
maravillado por la soberbia portada gótica del templo del
Santo Sepulcro, pero en tan singular edificio, no debe pasar desapercibida
la cabecera semicircular que remata el conjunto.
De
todas las iglesias estellesas, es San Pedro de Rúa la que
más interés reúne al conservar, además
de su estructura primigenia de tres naves rematados en sendos
ábsides semicirculares, una interesante portada gemela
a la ya vista en San Román de Cirauqui y, sobre todo, las
pandas norte y oeste de su claustro (las otras dos quedaron destruidas
tras la voladura del cercano castillo). Los capiteles de la crujía
occidental reproducen formas vegetales y animalísticas,
mientras que los de la panda septentrional, mucho más interesantes,
presentan en sus caras motivos hagiográficos y cristológicos.
También
como una obra de primer orden debe ser considerada la Iglesia
de San Miguel, emplazada sobre un espolón rocoso que domina
el conjunto urbano.
Su
fábrica, conservada prácticamente integra en sus
tres naves, destaca por la portada norte: una auténtica
biblia pétrea en la que, presidida por un tímpano
en la que se reconoce la efigie de Cristo en Majestad rodeado
por el Tetramorfos, la Virgen y San Juan; fueron desplegados en
arquivoltas y capiteles distintas escenas narrativas relativas
a la vida de Cristo, siendo representados también los Apóstoles
en las enjutas.
Las más
modestas iglesias de Santa María Jus del Castillo y de
Nuestra Señora de Rocamador, vienen a confirmar la importancia
con que contó la villa en los siglos medievales.
Además
de edificaciones de carácter religioso, Estella puede jactarse
de conservar una de las mejores construcciones del románico
civil español. Se trata del llamado Palacio de los Reyes
o de los Duques de Granada de Ega, en cuya fachada principal,
destaca el capitel que reproduce la legendaria escena épica
de Roldán y Ferragut, cuyo autor Martín de Logroño,
no cabe duda que bebió de las fuentes del Códice
Calixtino.
Monasterio
de Irache
Saliendo de
Estella, el Camino de Santiago pasa muy cerca del Monasterio de
Santa María de Irache, emplazado en las laderas del Montejurra
y considerado el primer hospital de peregrinos de la ruta jacobea.
Muy conocido
en la actualidad gracias a su fuente de la que además de
agua, mana vino; sus orígenes habría que remontarlos
al siglo VIII, pasando a continuación a manos benedictinas.
Del conjunto monacal románico, sometido a un sinfín
de reformas y ampliaciones durante la Edad Moderna, se conserva
la iglesia de tres naves, el transepto coronado por un monumental
cimborrio y la cabecera de tres ábsides de planta semicircular
reforzados por contrafuertes y columnillas adosadas.
Al interior,
el conjunto se articula mediante pilares cruciformes con dobles
columnas adosadas, al estilo hispanolaguedociano, y bóvedas
de crucería.
Pinche
para ver nuestro Vídeo sobre el
Románico en el Camino de Santiago de Navarra
Villamayor
de Monjardín
La iglesia
de San Andrés de Villamayor de Monjardín es un edificio
de una sola nave rematada en un único ábside semicircular
que destaca, sobre todo, por el simbolismo de la escultura de
su portal occidental.
Sin
embargo, por su originalidad, destacaremos de esta localidad la
magnífica fuente medieval, llamada de los Moros,
ubicada junto al Camino a la misma entrada del pueblo. Se trata
de un aljibe rectangular cubierto a dos aguas que queda abierto
en su costado sur mediante dos arcos gemelos dovelados y ligeramente
apuntados que descansan en una doble columna decorada con sencillos
motivos vegetales incisos.
Los
Arcos
Villa de enorme
sabor y de concepción urbana claramente condicionada por
su carácter de peregrinación; gozaría durante
la Edad Moderna de una notable prosperidad que trajo consigo la
casi total renovación de sus edificios, entre ellos, su
iglesia parroquial. Es por ello por lo que su único resto
conservado de época medieval, es una humilde ermita de
nave única y ábside semicircular dedicada a San
Blas.
Torres
del Río
Modesta localidad
asentada sobre una ladera cuya iglesia, bajo la advocación
del Santo Sepulcro, le ha conferido una justificadísima
fama al tratarse, junto a la Iglesia de Eunate, de uno de los
escasos templos de planta centralizada del románico español,
motivo por el cual, se ha relacionado su construcción con
la Orden del Temple.
Consta de
un cuerpo central de planta octogonal elevado en tres cuerpos
rematados en una linterna también ochavada con columnillas
de refuerzo en las aristas, y un ábside semicircular canónicamente
orientado.
Destaca del
exterior su curiosa articulación a base de arcos de descarga
y ventanales en cada uno de los paños; mientras que al
interior, lo más interesante es el entramado de ocho nervios
que, sin llegar a cruzarse en la clave a la manera islámica,
cierran el abovedamiento del cuerpo principal.
Viana
Casi en los
límites provinciales riojanos, la próspera localidad
de Viana conserva dos testimonios románicos: la ermita
de San Martín de Tidón, y la de San Andrés
de Longar, ambas en un estado de conservación muy precario.
El
Camino Aragonés
Monasterio
de Leyre
El milenario
Monasterio de San Salvador de Leyre llegó a ser uno de
los más influyentes de la España reconquistada.
Levantado durante el siglo IX, fue destruido por hordas musulmantas
en tiempos de Abderraman III, siendo reconstruído nuevamente
en el Siglo XI. De ésta etapa, subsiste el conjunto triabsidal,
la cripta bajo la cabecera, y la puerta de los pies, llamada Speciosa.
El resto del conjunto monacal, así como las naves de la
iglesia, son obra ya del siglo XIV bajo mandato cisterciense.
La
mencionada cabecera, de gran robustez y sin apenas concesiones
escultóricas, cobija en su parte baja la célebre
cripta, un espacio de tres naves separadas por arcos que descansan
en cortísimas columnas rematadas con enromes capiteles
adornados con formas incisas de gran primitivismo.
La Puerta Speciosa, abierta al muro occidental, consta de cuatro
arquivoltas profusamente decoradas sostenidas por tres pares de
columnas, los cuales, culminan en otros tantos capiteles en los
que se adivinan principalemnte formas vegetales y zoomórficas.
El mayor interés del portal recae, sin duda, en su tímpano,
donde preside la efigie del Salvador flanqueado entre otras, por
las figuras de la Virgen María, San Pedro y San Juan. Por
algunas concomitancias técnicas e iconográficas,
ha podido ser identificado la mano del Maestro Esteban, autor
de la Puerta de Platerías de la Catedral de Santiago de
Compostela.
Ineludible
citar también la celebérrima arqueta relicario procedente
del monasterio y que hoy se custodia en el Museo de Navarra, una
de las piezas suntuarias más relevantes del arte medieval
español.
Sangüesa:
Santa María la Real
A
orillas del río Aragón, Sangüesa fue otra de
esas poblaciones nacidas por y para el camino de Santiago, como
bien demuestra su trama urbana desarrollada a partir de una rúa
principal, al final de la cual, se encuentra la sobresaliente
Iglesia de Santa María la Real.
Edificada
durante la primera mitad del siglo XII, su construcción
se asocia a la figura del rey Alfonso el Batallador. Comenzarían
las obras por su cabecera, planteada al estilo jaqués;
perteneciendo a una segunda etapa la monumental linterna sobre
el crucero y su magnífica y renombrada puerta sur.
Consta ésta
de dos cuerpos principales: En el superior, dividido a su vez
en dos registros, aparecen individualizadas bajo arcos catorce
figuras flanquando un Cristo en Majestad rodeado del Tetramorfos,
obra posiblemente de un Maestro de San Juan de la Peña
o de Agüero más evolucionado.
En el cuerpo bajo abre una portada ligeramente apuntada y profusamente
decorada en sus arquivoltas. Un gran tímpano sirve de soporte
a una compleja composición presidida por Cristo en Majestad
sedente y rodeado de los ángeles trompeteros que anuncian
el Juicio Final. A su derecha, adaptándose al marco en
dos niveles, encontramos a los salvados; mientras que a la izquierda,
es reconocible la imagen de San Miguel pesando las almas y conduciendo
a los condenados hacia los infiernos, donde llama la atención
una inquitante figura del demonio. Sobre el dintel y bajo una
arquería, una Virgen con el Niño aparece flanqueada
por el Colegio Apostólico.
En torno al
arco, ambas enjutas se ven cuajadas de motivos geométricos
esquemáticos de inspiración celta y de escenas figurativas
en altorrelieve, alguna de ellas inspirada en legendarias leyendas
nórdicas. Este registro bajo es obra del Maestro Leodegario,
quien en un libro portado por una de las cariátides sobre
las que reposan las arquivoltas de la portada, inmortalizó
su nombre.
Eunate
Muy cerca
de la confluencia del Camino Aragonés con el Francés,
Santa María de Eunate es, por su singularidad, una de las
iglesias más conocidas de toda la Ruta Jacobea. Aunque
no hay pruebas documentales, la tradición atribuye su construcción
a la Orden del Temple, aunque tal extremo es más que dudoso.
Se trata de
un templo de planta octogonal rematado por un ábside cuajado
de ventanas, quedando el conjunto, a su vez, rodeado por un curiosísimo
perímetro de arcos a modo de galería porticada.
La puerta de acceso se encuentra en su costado occidental, constando
de arquivoltas de medio punto baquetonadas -salvo una con figuras
humanas- y con un ligero abocinamiento.
Aunque
la estampa exterior es interesantísima, todo un mundo espiritual
y místico se abre a nosotros al traspasar el umbral de
la puerta. La bóveda de semiesfera está reforzada
por nervios que nacen en las columnas de las esquinas. El interior
del ábside se articula mediante una arquería ciega,
mientras que entre cada ventanal, surge un nervio que refuerzan
el cascarón de la bóveda.
Junto a la
Iglesia, se levantaba un antiguo hospital de peregrinos, convertido
a día de hoy en albergue.
(Autor
del texto del artículo/colaborador de ARTEGUIAS:
José Manuel Tomé)