El
emirato dependiente
Tras
la rápida y exitosa ocupación por parte de los árabes
de la Península Ibérica - a la que dieron el nombre
de Al-Andalus- se abre una nueva etapa en la historia de España.
Una fase de ocho siglos de guerras, paces, enfrentamientos, intercambios
culturales, mestizaje, etc. entre dos culturas y dos religiones.
Al-Andalus es una denominación
muy empleada pero vaga en cuanto a sus limites geográficos
y cronológicos. Si bien los árabes denominaron así
a la tierra ocupada al comienzo, que era casi toda la Península,
a medida que estos territorios eran conquistados por los reinos
cristianos el término se iba adaptando a estos nuevos espacios,
llegando a asociarse, en los últimos siglos de la Reconquista,
sólo al sur de la Península (aproximadamente coincidiendo
con la actual Andalucía)
Desde
el principio hasta 756, Al-Andalus fue un emirato dependiente
del califato de Damasco. Abd al-Aziz ben Musa ben Nusayr (714-716),
es decir, Abd al-Aziz hijo de Musa hijo de Nusayr, fue el primer
emir (título equivalente al de príncipe entre los
cristianos) español.
Abd al-Aziz se casó
con Egilona, viuda del rey visigodo don Rodrigo muerto durante
la vana defensa de su reino. Dados los escasísimos efectivo
árabes que ocupaban la Península en relación
con la población autóctona, adoptó una política
tolerante con el fin de ganarse la adhesión de los habitantes
hispano-romano-visigodos.
Los primeros cuarenta
años de permanencia musulmana en España es un periodo
bastante confuso. Los hitos más destacables son quizás,
el intento de expansión al norte de los Pirineos, protagonizado
por el valí al-Gafiqí que cayó en la batalla
de Poitiers ante los francos de Carlos Martel (732).
Fueron años en
que se fue consolidando una tímida resistencia en las montañas
de Asturias que daría paso al reino Asturiano primero y
Astur-Leonés posteriormente, que tanta importancia tendrían,
al pasar el tiempo, en la expulsión del poder musulmán
de España.
Esta nueva organización
cristiana se ve alentada gracias a las revueltas y luchas intestinas
entre sirios, árabes, beréberes y demás musulmanes
que se producen a mitad del siglo VIII.
El
emirato independiente de Córdoba
Parecía que Al-Andalus
no era capaz de organizarse de forma efectiva por los continuos
enfrentamientos y problemas políticos internos cuando apareció
providencialmente un príncipe Omeya que sería clave
para el devenir de Al-Andalus. Se trata de del príncipe
Abd al-Rahmán, único superviviente de la matanza
de la familia Omeya, ordenada por el nuevo califa abasí.
Abd al-Rahmán,
el Inmigrado, obtiene el poder efectivo de Al-Andalus y se convierte
en el primer emir independiente (756-788). Abd al-Rahmán
I tuvo que hacer frente a una violenta oposición, que siempre
reprimió con energía, demostrando sus dotes de político
y de militar. Córdoba le debe muchas de sus bellezas y
la iniciación de las obras de la gran mezquita.
En su tiempo (778) se
produjo la derrota de Carlomagno en Roncesvalles, fuente de leyendas
y cantos épicos.
La política interna
del emir sirio se dirigió a ganarse la amistad de los árabes
con regalos de posesiones expropiadas a los cristianos mozárabes.
Las revueltas y conflictos debido a la heterogeneidad de etnias
y religiones en el seno del Emirato Independiente marcará
gran parte de los esfuerzos de centralización tanto suyos
como de sus descendientes.
En buena medida, se puede
decir qie estas rebeliones vinieron dadas por el trato de favor
que sin disimulo otorgó a los árabes frente a los
bereberes y también frente a la población autóctona,
especialmente mozárabes y muladíes (cristianos recién
convertidos al Islam).
Al-Rida es el sobrenombre
del segundo emir independiente, Hisham I (788-796) hijo del anterior.
De vida corta, su mandato estuvo caracterizado por sus aceifas
(campañas estivales) contra los cristianos. El botín
conseguido le permitió continuar las obras de la mezquita
cordobesa.
Tanto al-Hakam I (796-822),
como Abd al-Rahmán II (822-852) y Muhammad I (852-886)
tuvieron que sofocar numerosas rebeliones internas, como la "jornada
del foso", la "revuelta del arrabal" o la de Umar
ben Hafsún, esta última heredada asimismo por los
sucesores de Muhammad.
Probablemente, fueron
estas revueltas internas y el desapego a las menos fértiles
tierras del norte lo que provocó en todos estos emires
un gran error estratégico que costaría a Al-Andalus
su desaparición. Nos referimos a que las aceifas con que
los ejércitos del Emirato castigaban a los reinos cristianos,
nunca tuvieron un verdadero anhelo de conquista y asentamiento.
Así, los reinos y condados cristianos se podían
recuperar y reconquistar cada vez más territorios hacia
el sur. Ya por estos años, la frontera efectiva estaba
en el Duero.
El
califato independiente
Los emires omeyas de al-Andalus
nunca consiguieron dominar las tensiones internas producidas por
la heterogeneidad racial y tribal de los elementos que tenían
bajo su mando.
En el exterior, además,
la presión de los reinos cristianos aumentaba atizada por
un lógico deseo de reconquista.
En ese panorama surgió
una gran figura, Abd al-Rahmán III que gobernó Al-Andalus
durante medio siglo (912-961).
Abd al-Rahmán III
dedicó los primeros años de su mandato en someter
exitosamente a los rebeldes internos y luchó por fortalecer
su autoridad.
También dedicó
grandes esfuerzos en acabar con la insolente amenaza cristiana.
Aunque no lo consiguió, pues sus campañas se repartieron
entre grandes victorias y sonadas derrotas (Simancas), se hizo
suficientemente fuerte como controlar al enemigo.
Fue entonces, en el año
929, cuando Abd al-Rahmán III se proclamó califa
y se asignó el título de "príncipe de
los creyentes". Este hecho tuvo gran importancia pues al
nombrarse califa, concentraba no sólo el poder político
en su persona sino el religioso, desligándose definitivamente
de Bagdad y alcanzando una soberanía absoluta sobre sus
tierras y un prestigio enorme entre sus súbditos.
Con Abd al-Rahmán
III la situación de Al-Andalus mejoró en todos los
órdenes. Hay unanimidad en considerar a este primer califa
("lugarteniente del Profeta") como el más notable
de los gobernantes omeyas de España. En el aspecto intelectual
brilló igualmente.
Le sucedió su
hijo, el culto al-Hakam II (961-976), al que había nombrado
su sucesor diez años antes.
El siguiente califa fue Hisham II (976-1016) personaje sin luz
propia pues fue eclipsado por Abu'Amir Muhammad ben Abi 'Amir
al-Ma afiri, quien luego recibió el título de al-Mansur
billah (Almanzor)
Almanzor fue el primer
ministro del califa Hisham II, pero realmente fue el auténtico
señor de Al-Andalus.
Almanzor ha quedado plasmado
en la historia como un extraordinario militar implacable en su
ataques de Guerra Santa a los cristianos del norte, que lo llegaron
a considerar como un verdadero azote de Dios. Sus biógrafos
le caracterizan como un hombre extremadamente islamista que concentró
sus mayores energías en atacar a los enemigos de su religión.
Almanzor organizó
durante su gobierno más de una cincuentena de aceifas.
Lo hacía con sumo cuidado y recabando ejércitos
dotadísimoa que asolaron en repetidas ocasiones las más
importantes ciudades y los más venerados centros religiosos
cristianos. Entre sus incursiones más importante podemos
citar la que destruyó León, capital del reino astur-leonés,
Pamplona, Barcelona, el Monasterio de San Millán y por
supuesto, la de Santiago de Compostela, recordada históricamente,
entre otras cosas, porque hizo llevar las campanas de su iglesia
hasta Córdoba a hombros de cautivos cristianos.
La gran paradoja del gobierno
de Almanzor es que debilitó tan decisivamente la autoridad
de la figura del califa que a medio plazo cavaría la tumba
del Califato.
Fin
del Califato y comienzo de los Reinos de Taifas
Y es que tras la muerte
de Almanzor (1002) los problemas sucesorios y de gobierno de Córdoba
llevarán al Califato a una situación insostenible
incluyendo una verdadera guerra civil en el año 1010.
Oficialmente, no obstante,
el califato siguió existiendo hasta el año 1031,
fraccionándose entonces en un conglomerado de pequeñas
organizaciones políticas que reciben el nombre de reinos
de taifas (que significa "gobernaciones").