Románico
en la Montaña Palentina
El llamado "Románico Norte"
de la Montaña Palentina (junto al de las colindantes
comarcas cántabras y burgalesas) supone una elevada concentración
de arte románico, además de ser posiblemente el
más conocido por el gran público en España.
Principalmente gracias a la acertada labor
difusora del Centro de Estudios del Románico y la Fundación
Santa María la Real. En los últimos años
incluso se ha activado un proyecto para obtener la denominación
de "Patrimonio de la Humanidad" por la UNESCO.
El territorio de la llamada Montaña Palentina
abarca todo el sector norte de la provincia de Palencia, lindante
con el sur cántabro y los territorios septentrionales burgaleses
y cuyo principal núcleo poblacional sigue siendo la villa
de Aguilar de Campoo, reuniéndose en unas pocas decenas
de kilómetros a la redonda en torno a ella pequeñas
subcomarcas y vallejos cuajados de encantadoras iglesias románicas
rurales.
Como hemos dedicado sendas páginas monográficas
a los entornos de Aguilar de Campoo y Cervera de Pisuerga, hemos
"reducido" artificialmente el ámbito geográfico
de la "Montaña Palentina" en este artículo
al extremo nororiental de dicho territorio; es decir, el más
cercano a Cantabria y que podríamos delimitar entre los
ríos Pisuerga y Rubagón.
Por lo general, se trata de un arte eminentemente
rural que sabe aunar el encanto de la sencillez del románico
popular con los majestuosos paisajes de las estribaciones de la
Cordillera Cantábrica.
Dicho esto, nos centraremos en esta página del románico
en la Montaña Palentian en tres magníficas iglesias. Nos referimos
a las parroquiales de Cillamayor, Revilla de Santullán y Villanueva
de la Torre, polaciones todas ellas apenas distanciadas unos pocos
kilómetros entre sí.
Revilla de Santullán
La iglesia San Cornelio y San Cipriano de Revilla
de Santullán es posiblemente la iglesia románica
más valiosa de la comarca de la Montaña Palentina.
Su estructura, sin embargo, no difiere demasiado
respecto a las del románico rural que predomina en estas
tierras: nave única, cabecera de ábside semicircular
y espadaña a los pies.
Pero lo que hace singular a la iglesia de Revilla de Santullán
es su magnífica portada. Se encuentra oculta y cobijada
por un porche cerrado que, aunque dificulta su visita, ha asegurado
un estado de conservación magnífico, casi como si
hubiera sido tallada recientemente.
Esta puerta monumental se abre sobre un cuerpo resaltado
y se articula mediante seis arquivoltas agudas decoradas con boceles
zigzagueados, con la única excepción de la segunda
rosca más interna, en la que se despliega un elegantísimo
apostolado completo participando en la Última Cena.
El elemento que ha dado verdadera fama a este templo
se sitúa precisamente en uno de los extremos de esta misma
arquivolta, en la cual, aparece representado un maestro constructor
trabajando la piedra con la firma "MICHAELIS ME FECI(T)".
La iconografía de los capiteles centra
sus esfuerzos en alertarnos sobre las luchas entre el bien y el
mal; así al menos parece indicarnos el conjunto de escenas
de combate entre distintos animales del bestiario real y fantástico,
bien entre sí o contra algunos personajes.
Más
información de la Iglesia
de Revilla de Santullán
Villanueva de la Torre
La iglesia de Santa Marina de Villanueva de la Torre
es un singular edificio románico y uno de los más
hermosos y fotogénicos de la Montaña Palentina.
Y lo decimos porque el lugar en que se construyó, en medio
de una ladera de verdes prados y junto a la carretera que conduce
a la aldea de Monasterio, hace magnífica su contemplación.
Como por ejemplo en Monasterio de Rodilla (Burgos)
y algunos otros lugares, esta ubicación nos permite una
contemplación del edificio de arriba abajo, pudiendo así
admirar la sabiduría de sus volúmenes y formas.
Pese a que la nave de la iglesia fue levantada a
base de sillarejo, para el ábside fue escogido un aparejo
de perfecta sillería, articulándose el hemiciclo
mediante columnas adosadas a modo de contrafuerte y abriéndose
en el eje principal del mismo un ventanal central de factura muy
clásica y cuidada.
Otro de los alicientes de esta iglesia es la torre
campanario erigida a los pies, pues se trata (junto a Santa Cecilia
de Aguilar) de una de las escasísimas manifestaciones de
esta naturaleza en tierras palentinas, donde predominan los campanarios
a modo de espadaña.
En este caso, se trata de una torre de apreciable
robustez y no demasiada altura, presentando un gran vano bíforo
en cada una de sus caras con función de troneras. Dichos
ajimeces llevan, además, una recia columna como mainel.
Algo curioso de la iglesia de Santa Marina
de Villanueva de la Torre es la extrema sencillez de su portada
meridional, cuya marcada austeridad no parece corresponderse con
la buena arquitectura que, como hemos comprobado, presenta este
templo.
En el interior, el interés se concentra
en la calidad de los dos capiteles del arco triunfal, presentando
grifos uno de ellos, y a Daniel en el foso de los leones su opuesto.
Cillamayor
La iglesia de Santa María la Real de Cillamayor es un edifico
de formas rotundas y clásicas. Su ábside muestra
una cuidad articulación con columnas y ventanales. también
la portada muestra formas atractivas.
Su único ábside en el que remata la
nave muestra una cuidada articulación a base de columnas
a modo de contrafuertes y ventanales. También su portada
principal, cobijada por un pórtico tardío, muestra
formas atractivas.
Pero esta iglesia de Cillamayor
es más conocida en el entorno del románico norte
de Palencia por su buena coección de canecillos. Llama
la atención lo voluminosos de los mismos, especialmente
los del ábside. Predominan numerícamente los de
formas antorpomorfas.
Predominan numéricamente los de formas antropomorfas,
cuyos personajes fueron tallados por un maestro de acusada personalidad
y tendente a esculpir rostros planos y de larga barbilla. Algunos
de estos personajes se encuentran en posturas sexuales.
La iglesia de Santa María de Cillamayor
saltó a la actualidad en el año 2006, cuando, en
una excavación que sacó a la luz una necrópolis
medieval, fue descubierta su portada norte, cegada y literalmente
tragada por el pavimento urbano de la localidad. Ya recuperada
y puesta en valor, consta de cinco arquivoltas sobre capiteles
en los que resultan llamativas algunas escenas pugilísticas
o de lucha.
Matalbaniega
La iglesia parroquial de San Martín en la
minúscula aldea de Matalbaniega es el único resto
llegado a nuestros días de un antiguo monasterio medieval
perfectamente documentado entre finales del siglo XII y principios
del XIII.
Se trata de un templo de cuidada sillería
y notable solidez estructurado en una sola nave rematada tras
un breve tramo recto en su correspondiente ábside semicircular,
levantándose a los pies el primer cuerpo de una torre hoy
incompleta pero que en origen debió ser de mucho mayor
relieve.
Al exterior, destaca su ábside semicircular,
dividido en tres calles definidas por contrafuertes y en cuyo
eje abre un ventanal ligeramente apuntado. Contaría el
templo con dos portadas, una al norte aún hábil
a día de hoy, y otra al sur, cegada y que, según
los estudiosos, podría dar paso al espacio claustral. Completa
la decoración externa una interesantísima y variada
colección de canecillos figurados.
Al
interior, la primitiva cubierta de madera que techaba la nave
fue sustituida en siglos posteriores por una bóveda rebajada,
centrándose el interés en los capiteles sobre los
que apea el arco triunfal, compuestos en cada lado por dos cestas
superpuestas y decoradas todos ellos con una composición
en la que un personaje aparece presentado sobre los lomos de dos
leones.
Corvio
A escasos kilómetros de Matalbaniega, la iglesia
de Santa Juliana de Corvio es un modesto edificio que, pese a
presentar las típicas hechuras románicas de nave
única cubierta con bóveda de cañón
apuntada y abierta a una cabecera de testero recto, anuncia ya
un incipiente gótico, apreciable sobre todo en su portada
principal, abocinada y presentada sobre un cuerpo en resalte o
arimez.
Matamorisca
Coronando una airosa loma que la hace visible desde
varios kilómetros de distancia, la iglesia de San Juan
Bautista de Matamorisca es una construcción de dos naves
rematadas en sendos ábsides de testero plano, espadaña
convertida en torre a los pies y una portada ya de factura gótica
entre contrafuertes presidiendo el muro sur.
Según la mayoría de especialistas,
la iglesia de Matamorisca sería el resultado de dos campañas
constructivas medievales, una primera correspondiente a la segunda
mitad del siglo XII manifestada en la actual nave norte, y una
ampliación protogótica bien entrada la decimotercera
centuria en la que se añadiría la nave sur abriéndose
la citada portada.
Matabuena
También en la parte más elevada del
pequeño caserío, la iglesia de San Andrés
de Matabuena fue concebida en origen como una construcción
de nave única, ábside plano y, a los pies, la típicamente
palentina espadaña con dos huecos de campanas y rematada
en un agudo piñón horadado mediante una tronera
simple.
En una segunda fase constructiva fue añadida
al sur una segunda nave, para lo cual, la portada principal, de
triple arquivolta de medio punto bajo guardapolvo ajedrezado,
fue remontada. Ya en fechas mucho más recientes, esta segunda
nave fue reconvertida en pórtico, quedando clausurada la
portada frente al modesto cementerio local.
Villavega de Aguilar
Pese a que un simple vistazo a su exterior podría
hacerla pasar como una más de las numerosas iglesias románicas
rurales que jalonan la Montaña Palentina, visto con detenimiento,
el templo parroquial de San Juan Bautista de Villavega de Aguilar
puede ser catalogado como uno de los más interesantes de
la comarca.
Presenta, como tantos otros, el típico planteamiento
de espadaña a los pies, una sola nave de cuatro tramos
y, tras su consabido tramo recto presbiterial, un ábside
semicircular. Sin embargo, esa austeridad planimétrica
contrasta con su riqueza y originalidad escultórica.
Al exterior, el ábside queda dividido en tres
paños separados por columnas adosadas, con la particularidad
de que de la mitad hacia abajo del muro son dobles, y hacia arriba
se tornan individuales, adornándose los capiteles con escenas
de animales, cacerías, y el recurrente tema del mascarón
que parece engullir la columna, conocido como "glouton".
Por último, además de su portada de
arquivoltas apuntadas y molduradas a base de boceles, escocias
y decoración en zigzag. Siendo los capitales bastante rudos.
También son interesantes los capiteles del
interior, dispuestos tanto en las arquerías del tramo recto
presbiterial, como en los apeos del arco triunfal, donde se adivinan
una escena de grifos afrontados en uno y el episodio del mediador
entre guerreros en su contrario.
Brañosera
Orgulloso de ser considerado el primer ayuntamiento
de España gracias al Fuero que le fue extendido nada menos
que en el año 824, la hoy modesta población de Brañosera,
enclavada a los pies de la Sierra de Híjar, conserva pese
los desperfectos sufridos durante la Revolución de octubre
de 1934 su primitiva iglesia románica bajo la advocación
de Santa Eulalia.
Los restos más evidentes se reducen a su espadaña,
de piñón triangular y dos vanos de medio punto sobre
capiteles vegetales y teriomórficos; y sobre todo, su portada
principal, hoy cegada e inhábil al serle añadido
un nuevo ingreso en época moderna.
Consta de tres arquivoltas de medio punto cuya rosca
central aparece decorada en toda su longitud a base de carnosas
hojas de acanto. En los capiteles son reconocibles un centauro
arquero junto a un dragón en una de las cestas, y leones
afrontados que voltean sus cabezas en su opuesto, relacionándose
su estilo según especialistas de la talla de García
Guinea con el círculo de Piasca.
Salcedillo
A mayor altitud incluso que su vecina Brañosera
y muy cerca de los límites provinciales cántabros,
la iglesia de San Martín Obispo de Salcedillo se enclava
en un pintoresco entorno rodeado de pequeños riachuelos
que vierten ladera abajo.
Al igual que la citada de Brañosera y la de
Barruelo de Santullán, la parroquia de Salcedillo fue volada
en el contexto de las revoluciones de 1934, siendo reconstruida
con posterioridad tratando de ser respetada en la medida de lo
posible su apariencia original.
Constaría en origen de una sola nave rematada
en ábside semicircular y espadaña adosada a los
pies, siéndole añadida en fecha tardía una
segunda nave al sur, para lo cual, fue necesario remontar la portada.
Dicha portada es, sin duda, el elemento más
interesante del conjunto y que se configura a base de un guardapolvo
animado con dos líneas de semibezantes y que abraza tres
arquivoltas de medio punto decoradas con bolas, flores y fórmulas
sogueadas. Los capiteles, bastante erosionados, despliegan en
sus cestas motivos zoomorfos.
Valberzoso
También muy cerca de los límites provinciales
de la vecina Cantabria, la iglesia de Santa María la Real
de Valberzoso, heredera de un antiguo cenobio bajo la advocación
de Santa Eufemia que pasaría en 1174 a propiedad del Monasterio
de Aguilar, se sitúa en el punto más elevado del
núcleo.
Levantada en una sillería arenisca perfectamente
escuadrada, consta de una sola nave con espadaña típica
de la zona a los pies, y un tramo recto precediendo al ábside
semicircular hacia la cabecera, el cual, se articula en tres paños
divididos por dos amplias pilastras adosadas a modo de contrafuertes.
Tanto en el eje de simetría del hemiciclo como en el lado
sur del tramo recto, abren sendos ventanales de medio punto sobre
capiteles vegetales de talla muy popular.
Bajo un pórtico de cronología muy posterior,
al costado sur se abre su portada de ingreso, de cuatro arquivoltas
apuntadas y decoradas con rosetas, billetes y puntas de diamante
que van a descansar sobre columnas acodilladas rematadas en sencillos
capiteles de decoración floral y geométrica.
Por último, al interior del templo llaman
la atención las pinturas murales conservadas en el muro
norte, tramo presbiterial y ábside. Centradas en las vidas
de Cristo y la Virgen, son obras atribuibles al llamado Maestro
de San Felices, activo por el norte palentino y sur cántabro
durante el siglo XV como puede atestiguarse en otros templos del
entorno cercano como (Barrio de Santa María, San Cebrián
de Mudá, Las Henestrosas,
etcétera)
Otras iglesias románicas del Valle de
Santullán
Amén de la célebre iglesia de San Cornelio
y San Cipriano de Revilla, el escarpado valle de Santullán
se presenta salpicado de encantadoras aldeas dispersas que, en
parte gracias a su secular aislamiento, han podido conservar un
buen ramillete de iglesias parroquiales románicas de carácter
rural.
Así, en la antaño próspera villa
de Barruelo de Santullán, capital del valle, se
conservan reaprovechados en su iglesia moderna restos de lo que
fue la antigua parroquia de San Julián, lastimosamente
volada durante las revueltas mineras de 1934 y que, a diferencia
de sus vecinas de Brañosera y Salcedillo, no llegó
a ser reconstruida respetando la estructura original.
En la iglesia de Santa María Magdalena
de Porquera de Santullán, reformada profundamente durante
el siglo XVI, tan solo ha sobrevivido de su primitiva obra medieval
la caja muraria de las naves, una portada apuntada en el hastial
sur y la clásica espadaña palentina de doble hueco
de campanas y remate en piñón triangular abierto
con una tercera tronera.
En
la parte más elevada de la pequeña población
de Villabellaco, la iglesia de San Pedro, aislada y rodeada
de prados es una de las más fotogénicas de la comarca.
Constaría en origen de una sola nave rematada
en un ábside de testero recto a la que le sería
añadida posteriormente una segunda nave al costado del
evangelio. Como elementos más destacados, hay que reseñar
su portada apuntada y, como no podía ser de otra forma,
la tan recurrente espadaña que en tantos edificios se repite
casi idéntica.
La iglesia de Santa Cecilia de la aldea de Santa
María de Nava es una construcción rural de nave
única techada en madera que remata en una cabecera cuadrangular
de altura algo menor que la nave y que cubre mediante una bóveda
de cañón apuntado.
Edificio de extrema sencillez, apenas hay detalles
que permitan una datación exacta, por lo que no sería
descartable que su erección rebasara ampliamente la barrera
del siglo XIII respetando un modelo románico inercial.
La iglesia de San Juan Evangelista de Nava de
Santullán fue completamente rehecha en época
muy tardía, respetándose tan solo de su primitiva
obra románica algunos sillares dispersos y su portada principal,
abierta al lado sur.
También muy reformada en el siglo XVI, la
iglesia de San Bartolomé de Bustillo de Santullán
conserva, como restos románicos más apreciables,
la espadaña y su portada sur, ligeramente apuntada. Al
interior, destaca una personalísima cuba bautismal de estructura
cuadrangular y cuyos ángulos aparecen animados por sencillas
columnas, recordando claramente a un brocal de pozo.
También muy remodelada, la iglesia parroquial
de San Pedro de Verbios además de la prototípica
espadaña, deja ver entre añadidos posteriores el
muro cabecero de la actual nave del evangelio, parte más
antigua del edificio y en el que se abre un encantador ventanal
de medio punto, rosca billeteada y capiteles decorados con una
arpía y un águila con alas desplegadas.
Por último, en el extremo occidental
del Valle de Santullán y casi asomando al del Pisuerga,
la población de Monasterio cuenta con dos monumentos
medievales de interés: la extremadamente sencilla ermita
de Santa Lucía y la iglesia parroquial de la Asunción,
condicionada por las particularidades orográficas de la
ladera sobre la que se asienta y que, pese a los añadidos
al costado sur, permite ver su origen románico.
Autores del texto y de las imágenes
del artículo:
José Manuel Tomé y David de la Garma