Guía
del Arte
mozárabe en el Serrablo de Huesca
Introducción
En la actualidad,
se conocen como "Iglesias del Serrablo" a un conjunto
de templos de características muy homogéneas construidos
entre mediados del siglo X y el siglo XI en un espacio geográfico
muy concreto y reducido, el cual, se sitúa al norte de la
provincia de Huesca, en torno al curso alto del río Gállego
(principalmente en su margen izquierda) y muy cerca de la pujante
localidad de Sabiñánigo.
Este
conjunto único de templos ha pasado notablemente desapercibido
tanto para historiadores del arte como para el gran público
hasta fechas relativamente recientes, en las cuales, gracias a la
admirable labor de la Asociación Amigos del Serrablo, han
sido restaurados, recuperados de la ruina en los casos que procedía,
y puestos en valor, siendo declarados en conjunto Bien de Interés
Cultural en 1982.
Conocidas también
como "del círculo larredense" por ser precisamente
el templo de San Pedro de Lárrede su ejemplo más señero,
son aproximadamente entre una quincena y una veintena las iglesias
que, con sus distintas variantes, han sido adscritas a esta denominación,
situándose en las poblaciones de Lárrede, Oliván,
Busa, Orós Bajo, Gavín, Isún de Basa, Susín,
Satué, Cartirana, Lasieso, Otal, Espierre, Basarán
(hoy en Formigal), Yésero, Lasieso, Arto, Ordovés
y Rasal.
¿Arte
mozárabe o románico primitivo?
Desde que en
1922 Rafael Sánchez Ventura, en compañía de
su fotógrafo Joaquín Gil Marraco y de Francisco Íñiguez,
diese a conocer este grupo de iglesias serrablesas catalogándolas
como "de un mozárabe mal interpretado", han sido
un sinfín las teorías y las opiniones vertidas por
parte de historiadores, especialistas y aficionados acerca tanto
de su nomenclatura como de su adscripción estilística.
A grandes rasgos,
las opiniones a este respecto se han dividido en dos tendencias
principales: por un lado, aquéllas que se inclinan por catalogar
estos templos como de factura mozárabe basándose en
los indiscutibles rasgos andalusíes que presentan las construcciones;
y por otro, aún no negando la posible influencia árabe,
quiénes se decantan por definir a estos templos serrableses
como de un románico primitivo o protorrománico aragonés
influido o desarrollado en paralelo al románico lombardo,
presente tanto en Cataluña como en las propias tierras aragonesas.
Sea como sea,
la casi total ausencia de documentación al respecto de este
grupo aislado de construcciones medievales altoaragonesas no ha
hecho sino alimentar el debate, no existiendo, en la actualidad,
ninguna fuente que, con rotundidad, confirme una u otra tesis.
En cualquier
caso, lo que sí está del todo contrastada es la presencia
de población mozárabe en la zona del Serrablo cuando,
tras la caída del Reino Visigodo, el poder musulmán
se hace con el dominio del entonces conocido como distrito rural
de Yilliq (Gállego), siendo su reducidísima población
sometida a su poder (como atestiguan varias atalayas islámicas
en la zona) aunque, probablemente, permitiéndosela practicar
sus ritos cristianos.
Con la conquista
cristiana de estos territorios y tras una primera tentativa acometida
por en Conde Galindo Aznárez II entre los años 918
y 920, todo el territorio del Alto Gállego oscense recibiría,
hacia el 950, una segunda oleada repobladora compuesta principalmente
por mozárabes procedentes de la Corá musulmana de
Huesca, siendo fundados o restituidos distintos monasterios (la
mayoría desaparecidos hoy en día) como San Martín
de Cercito, San Andrés de Fanlo, San Pelay de Gavín
o San Urbez de Basarán entre otros.
Durante la segunda
mitad del siglo X y primera mitad del XI, desde estos monasterios
se tratará de acometer la empresa de establecer una primera
organización parroquial en estos -por aquel entonces- aisladísimos
y muy escasamente poblados territorios altoaragoneses situados a
caballo entre los obispados de Jaca y de Huesca.
Muy probablemente,
debido a ese secular aislamiento, consta que, hasta al menos el
año 1071, se practicó la Liturgia Mozárabe
en estas humildes parroquias serrablesas, siendo el rey Sancho Ramírez
quien acabaría por imponer la liturgia romana, no sin encontrar
una importante resistencia por parte, entre otros, del célebre
Abad Banzo. Ya en el siglo XII, la mayoría de estos pequeños
cenobios, anexionados ya a la Corona de Aragón, pasarían
a depender de la influyente órbita de San Juan de la Peña.
Características
de las iglesias serrablesas
Con sus mínimas
variedades estructurales y formales, si por algo se caracteriza
el grupo de iglesias llamadas "del Serrablo" o del "círculo
larredense" es por su gran homogeneidad en cuanto a fórmulas
constructivas y decorativas, algunas de las cuales, pueden ser consideradas
únicas dentro del arte medieval peninsular. Coloquialmente,
suele decirse de ellas que son iglesias "cortadas por un mismo
patrón".
Salvo alguna
excepción en la que nos detendremos más adelante como
por ejemplo la iglesia de San Pedro de Lárrede, la gran mayoría
de templos serrableses responden a la tipología de nave única
cubierta con techumbre de madera a dos aguas que desemboca en su
correspondiente ábside semicircular con bóveda de
horno. Tan solo aquéllas construcciones más primitivas,
quizás por influencia visigótica, presentan aún
cabecera cuadrangular, como es el caso de San Bartolomé de
Gavín.
Por lo general,
el muro absidial presenta una inconfundible articulación
exterior a base de un friso superior compuesto por baquetones en
posición vertical bajo la cornisa de posible herencia árabe,
y un registro inferior que ocupa prácticamente toda la superficie
del muro y que se configura a base de arcos ciegos apeados sobre
lesenas de raigambre carolingia.
Los muros de
los templos, prácticamente sin excepción, quedan configurados
a base de sillarejo rectangular aparejado a soga y tizón
en hiladas regulares.
Uno de los elementos
que hacen inconfundibles a estos templos serrableses, en los casos
en los que se han conservado íntegras, son sus torres-campanario;
las cuales, además de por su esbeltez en proporción
al resto de la fábrica, destacan por su latente similitud
con algunos minaretes islámicos. A este respecto, existe
incluso quien se ha aventurado a relacionarlos de manera inmediata
con ciertos alminares sirios, como el de la mezquita de Al-Omaira.
Estas torres,
situadas indistintamente al costado norte o al sur de la fábrica,
suelen presentar un volumen prismático abierto en su último
cuerpo y en sus cuatro frentes mediante vanos bíforos o tríforos
de ligera herradura apoyados sobre fustes conformados a base de
bloques cilíndricos superpuestos.
Las puertas
de acceso, situadas normalmente al costado meridional de las construcciones,
presentan por norma general vanos de herradura o falsa herradura
enmarcados en pequeños casetones rectangulares ligeramente
rehundidos en el muro, dando así la apariencia de alfices
herederos de la tradición musulmana.
Las ventanas,
también orientadas al muro sur por las lógicas cuestiones
climáticas, repiten el modelo de las portadas, abriéndose
en vanos de herradura -simples o bíforos- enmarcados en los
ya reseñados casetones rectangulares que emulan la silueta
de un alfiz.
A continuación
nos detendremos en las construcciones más destacadas del
grupo:
Las
iglesias del Serrablo
San
Pedro de Lárrede
La iglesia de
San Pedro de Lárrede es, sin duda, la más conocida
y el ejemplo prototípico de este grupo de iglesias serrablesas,
hasta el punto de que, en ocasiones, muchos de los templos de la
zona son denominados como "del círculo laredense".
Magníficamente conservada tras una acertadísima restauración,
es Monumento Nacional nada menos que desde el año 1931.
Presenta la
recurrente tipología de nave única rematada en su
correspondiente ábside semicircular, con la notoria diferencia
respecto al resto de iglesias del grupo de contar con planta de
cruz latina merced a la adición de dos capillas laterales
a modo de crucero.
La puerta principal,
abierta al muro sur mediante un vano de medio punto sobre impostas
biseladas que le dan aspecto de herradura, se presenta ligeramente
rehundida respecto al muro, quedando enmarcada por un doble alfiz.
Cuenta San Pedro de Lárrede, además, con otras dos
puertas análogas practicadas en el muro occidental de cada
una de las capillas del crucero.
Sobre la portada
principal abren tres ventanales de ligerísima herradura trasdosadas
por una arquivolta de medio punto doblada que, a su vez, queda abrazada
por un alfiz. Junto a ellas, hacia la cabecera, encontramos un cuarto
ventanal de similares características pero de vanos de herradura
bíforos
Su cabecera, de planta semicircular, queda animada al exterior mediante
baquetones verticales y arquillos ciegos de medio punto sobre lesenas,
una articulación que encuentra continuidad en las citadas
capillas laterales.
La torre, de
gran esbeltez y cuajada de mechinales, presenta en cada uno de sus
frentes y también enmarcadas en un casetón cuadrangular
a modo de alfiz, las características ventanas ajimezadas
de triple vano de herradura sobre fustes concebidos a base de piezas
cilíndricas superpuestas.
Más
información de la Iglesia
de San Pedro de Lárrede
San
Juan de Busa
A menos de dos
kilómetros de Lárrede y totalmente aislada en un paraje
de gran belleza, se encuentra la iglesia de San Juan de Busa, a
buen seguro, antigua parroquia de una población medieval
desaparecida. Tras décadas en estado de ruina y desamparo,
fue sometida a una oportuna y acertadísima restauración
en 1977 gracias a la Asociación Amigos del Serrablo.
El pequeño
templo de Busa se presenta como una versión simplificadísima
de la vecina iglesia de San Pedro de Lárrede, contando con
una sola nave rematada en cabecera semicircular animada al exterior
con la tradicional arquería ciega sobre lesenas y el friso
a base de baquetones verticales.
Llama la atención
como su arquitecto, quizás viéndose incapaz de cerrar
con seguridad la bóveda absidial a través de la prototípica
solución de horno, decidió interrumpirla para prolongar
también sobre la cabecera la cubierta de madera a dos aguas
con que se techa la nave, de ahí su curioso remate exterior
con forma de quilla de barco.
En el hastial
sur abre su portada principal, enmarcada, como en Lárrede,
en un alfiz rehundido y desplegando dos arquivoltas de medio punto
adoveladas cuyas impostas salientes le confieren el aspecto de un
arco de herradura. Muy curiosa resulta la moldura decorativa a base
de palmetas entrelazadas de la arquivolta exterior, una recurso
decorativo totalmente excepcional en las iglesias serrablesas y
que, incluso, algunos especialistas han interpretado como una inscripción
en caracteres cúficos.
Completan el
repertorio de elementos de interés de San Juan de Busa sus
ventanas que, como en Lárrede, se presentan enmarcados en
falsos alfices a modo de rehundimientos cuadrangulares del muro,
siendo de destacar el fantástico ventanal de triple vano
en herradura que preside el muro occidental.
San
Martín de Oliván
Por su proximidad
con Lárrede y, sobre todo, por su fácil accesibilidad,
la iglesia de San Martín de Oliván es otro de los
templos más conocidos y visitados del llamado grupo de iglesias
llamadas "serrablesas" o "del Gállego".
Contaba, en
origen, con una única nave rectangular cubierta con techumbre
de madera rematada en su correspondiente ábside semicircular
decorado al exterior con siete arquillos ciegos sobre lesenas bajo
el ya conocido friso de baquetones verticales.
Como acaeció
en varios templos del entorno, allá por el siglo XVI y con
el fin de ampliar su capacidad, le fue añadida una segunda
nave al sur que, además de distorsionar su aspecto original,
motivó la pérdida del hastial meridional, en el cual,
a buen seguro, abriría una portada y varias ventanas análogas
a las vistas en Lárrede y Busa.
Esa misma reforma
renacentista afectaría la torre, adosada al costado norte
de la nave y que, aunque hoy se caracteriza por su sencillez, pueden
advertirse en ella restos que hacen sospechar que, en origen, se
abriría en su cuerpo superior mediante vanos de herradura
similares a los vistos en Lárrede o que veremos a continuación
en Gavín.
Orós
Bajo
Apenas a un
par de kilómetros de Oliván, la iglesia parroquial
de Santa Eulalia de Orós Bajo se presenta como uno de los
ejemplos más tardíos del grupo de iglesias serrablesas,
contando ya con elementos que la emparentarían más
con el románico que con el mozarabismo de sus templos vecinos
que venimos tratando.
Cuenta con una
única nave techada en madera que abre a un espacio presbiterial
rematado en un ábside de tambor cubierto con bóveda
de cuarto de esfera. Al exterior, y a diferencia del resto de iglesias
de filiación larredense, la ornamentación de la cabecera
ya ha prescindido del prototípico friso de baquetones verticales,
limitándose su articulación al registro de arquillos
ciegos apeados sobre pronunciadas lesenas que, por su desarrollo,
casi se asemejan más a pilastras puramente románicas;
un signo más de su carácter tardío.
Podría
decirse que la iglesia de Orós Bajo constituye un perfecto
ejemplo de nexo de unión estilístico y formal entre
el grupo de iglesias larredenses que nos vienen ocupando, y las
plenamente románicas que, ya durante todo el siglo XII, continuaron
erigiéndose tanto en la propia zona del Alto Gállego
como en aldeas de comarcas y valles aledaños"
San
Bartolomé de Gavín
Situada en un
paraje aislado, lo que hace pensar que, al igual que San Juan de
Busa, pudo funcionar como parroquia de un viejo despoblado medieval
desaparecido, la iglesia de San Bartolomé de Gavín
es el ejemplar más septentrional de este grupo de iglesias
serrablesas, siendo, posiblemente, uno de los más antiguos.
Restaurada hace
pocas décadas por los propios vecinos primero, y por la Asociación
Amigos del Serrablo después (respetando su planimetría
primitiva), los únicos restos originales que conserva el
templo son parte de la caja muraria y su magnífico campanario,
junto al de Lárrede, el más interesante de la comarca.
Dicha torre,
adosada al costado sur de la nave, cuenta con un primer cuerpo en
el que se abre un mínimo ventanal aspillerado de herradura;
un segundo registro con curiosísimos discos formados por
dovelas pétreas enmarcadas en molduras rectangulares; y un
cuerpo alto de campanas en el que abren, a cada uno de sus frentes,
ventanales tríforos de herradura sobre fustes a base de piezas
cilíndricas superpuestas. Coronando la estructura, justo
bajo la cornisa, se despliega la prototípica banda horizontal
serrablesa compuesta por baquetones redondeados y dispuestos en
posición vertical.
Al interior,
el elemento más destacado es el arco de herradura situado
bajo la torre, un arco que, junto a la propia morfología
y decoración de la misma y al hecho de que la cabecera remate
en testero plano (y no en ábside semicircular), hacen que
San Bartolomé de Gavín sea considerada por muchos
especialistas como el eslabón que relaciona la arquitectura
visigoda altoaragonesa con este grupo de iglesias serrablesas o
del llamado "círculo laredense".
San
Andrés de Satué
Pese a no ser
tan conocida en comparación con las anteriormente descritas,
puede decirse que, sin duda, la iglesia de San Andrés de
Satué es uno de los ejemplos más puros del circulo
laredense.
El templo, emplazado
en un entorno privilegiado, fue profusamente restaurado gracias
-de nuevo- a la iniciativa de la Asociación Amigos del Serrablo,
siendo reconstruidas la nave y la torre que, desde la Guerra Civil,
permanecían arruinadas.
De este modo,
tan solo el ábside sobrevive de su primitiva estructura altomedieval,
quedando abovedado mediante la prototípica solución
de cuarto de esfera. Al exterior, presenta la ya conocida articulación
a base de un friso de baquetones verticales y cinco arcuaciones
ciegas sobre lesenas; siendo más que posible, debido a sus
palpables semejanzas, que fuera obra del mismo artífice que
la de San Pedro de Lárrede.
San Pedro de Lasieso
Lasieso, a diferencia de las iglesias citadas, se encuentra
al sur de Sabiñánigo. Su iglesia fue la de un monasterio
que seguía la Regla de San Agustín, dedicado a San
Pedro y fundado por el Conde Sancho Ramírez, hijo ilegítimo de Ramiro
I de Aragón.
San Pedro de Lasieso está constituida realmente
por dos iglesias paralelas y yuxtapuestas. La del costado norte
parece más antigua. Al menos, conserva en el ábside
y en la torre campanario que cabalga sobre ella algunas características
propias del mozárabe serrablés, como los baquetones
verticales que rematan la parte superior.
Más
información de la Iglesia
de Lasieso
San
Juan Bautista de Omiste (Rasal)
La
iglesia (hoy ermita) de San Juan de Omiste, muy cerca de la minúscula
población de Rasal, es el ejemplar más meridional
y más alejado del núcleo principal en torno a Lárrede.
Se trata de
una edificación que responde a las características
típicas del grupo: una nave cubierta de madera que desemboca
un ábside semicircular articulado al exterior con baquetones
verticales y arcos ciegos sobre lesenas.
Tras décadas
resistiendo a la ruina en un muy precario estado de conservación,
hace escasos años fue sometida a una acertada y necesaria
restauración llevada a cabo por Prames S.A., haciendo así
realidad las reivindicaciones de Antonio García Omedes, quien
años antes, había descubierto la existencia de interesantes
pinturas murales en su interior.
(Autor
del texto del artículo/colaborador de ARTEGUIAS:
José Manuel Tomé)