Arte
Longobardo
En el año 568, los
longobardos invadieron Italia, que quedó dividida en partes,
una de ellas dominada por los bizantinos, con capital en Rávena
y otros centros como Roma, Bari y Sicilia, y otro sector por los
longobardos, con varios centros de poder como Pavía, Spoleto
y Benevento. La dominación longobarda se mantuvo hasta el
774.
Arquitectura
Longobarda
En sí misma, la arquitectura longobarda no tiene características
propias. Los principales restos se conservan en:
Escultura
Longobarda
La escultura longobarda se basó en la decoración
en relieve principalmente mobiliar. La técnica era a bisel,
con los ángulos a veces redondeados y los motivos encuadrados
con decoración geométrica, vegetal o zoomórfica.
Los restos más interesantes se hallan en la catedral de Cividale,
donde se encuentra un ciborio octogonal de mármol que cubría
la pila bautismal. Estaba formado por ocho columnas con capiteles
compuestos muy minuciosos que sujetaban ocho arcos de medio punto
con decoración vegetal y zoomórfica en las enjutas.
En la balaustrada también hay decoración, destaca
una cruz enmarcada por los símbolos de los evangelistas.
También de la catedral
de Cividale se conserva el llamado altar de San Martín, construido
por Ratchis, en el que aparecen representadas la Ascensión
en mandarla y con ángeles, la Visitación y la Epifanía.
Las notas más características de este relieve son
el gran convencionalismo de las figuras y la exaltación simbólica.
Orfebrería
Longobarda
Dos de las piezas más importantes se encuentran en el tesoro
de la catedral de Monza: la corona de Teodolinda y una tapa de Evangelario,
también de Teodolinda, probablemente regalo de Gregorio Magno,
y de similar técnica: oro con engastes, que muestra la pervivencia
de la estética antigua. Otra obra de gran importancia es
el casco de Aguilulfo, en el que hay una representación áulica
al estilo imperial.
Miniatura
y Eboraria
en la Roma de Gregorio Magno había un scriptorium que reproducía
libros sagrados, entre los que destacan los evangelios de San Agustín
de Canterbury, de no muy buena calidad, y el díptico de Boecio.
En el terreno de la eboraria
destacan las tapas del mismo díptico de Boecio, el díptico
de Gregorio Magno y especialmente la Paz de Ursus, una placa de
marfil con una escena de la crucifixión en un marco de oro
y pedrería.