Arte
Irlandés Altomedieval
El
primer arte irlandés está estrechamente ligado con
la cultura Celta, un fenómeno que unió prácticamente
a toda Europa; a pesar de que no conozcamos hoy ningún centro
preeminente, ni se tuviera en su momento una conciencia de unidad.
Aún así, los mitos, rituales, creencias y arte eran
muy similares.
Por ello, incluso
en obras prehistóricas como la piedra de New Grange (3000
a.C.) ya podemos hablar de las espirales que la decoran como de
motivos celtas.
En el siglo
V el Cristianismo llegó a Irlanda, permitiendo que en el
campo del arte se desarrollaran nuevas formas y motivos, facilitando
la unión de diferentes aspectos del arte pagano que hasta
entonces habían sido desarrollados independientemente. De
hecho, la conversión pacífica de Irlanda permitió
que la sociedad y cultura celta sobrevivieran al menos otros quinientos
años; sin necesidad de acabar con ella como ocurriría
en los territorios del Imperio Romano.
Algunas
cuestiones sobre la sociedad
Debemos de tener
en cuenta ciertos aspectos de la sociedad irlandesa para la comprensión
de su producción artística. Ésta tenía
un carácter rural y tribal, sin ciudades ni murallas, contando
con unidades territoriales pequeñas gobernadas cada una por
un monarca; ya que la unidad política en Irlanda es bastante
posterior.
En esta sociedad
jerarquizada, los artistas, denominados aes dana, contaban
con una posición destacada, de algún modo cercanos
a la nobleza. Por lo tanto, se trata de un concepto muy distinto
al que en el resto de Europa se tuvo durante siglos. De hecho, el
sistema de patronazgo y privilegios ya funcionaba perfectamente,
lográndose a través de él importantes obras
de arte.
La llegada del
Cristianismo no alteraría esta estructura social ni muchos
otros aspectos de la vida cotidiana, dado que durante los cuatro
siglos que restan hasta la llegada de los vikingos apenas cambio
ni siquiera la producción de estas poblaciones, siendo necesaria
la corta estancia vikinga para que se imponga la idea de la ciudad.
Primeros
ejemplos del arte irlandés
No obstante,
las piezas importantes de arte irlandés tras la conversión
al Cristianismo no llegarán hasta mediados del siglo VII,
si bien se habían ensayado en los años previos ciertos
prototipos que incluían objetos de bronce y grabados en piedra,
además del Cathach, una copia del Libros de los Salmos.
El objeto más
elaborado y famoso de estas primeras producciones es la Corona
Petrie, perteneciente a un ajuar funerario, grabada con un diseño
de curvas elípticas y rollos de carácter simétrico;
hasta el punto de incluir una estilizada cabeza de animal como parte
del dibujo. En otros objetos como broches tempranos, podemos percibir
la llegada de ciertas influencias indirectas del Imperio Romano,
así como de Egipto, Siria o Grecia.
En cuanto a
los crucifijos, hemos de señalar que no aparecen hasta el
siglo VI, emergiendo como una forma tallada en piedra siguiendo
el estilo pagano, caracterizado por el ligero grabado sobre el macizo
de piedra. Destacamos la Cruz Carndonagh de Donegal, con
figuras redondeadas y entrelazos decorando su superficie.
El
siglo VII
Como señalamos,
será a partir de este momento cuando se refine la técnica
y el estilo del arte de la metalistería y la escultura irlandesa
de manera autónoma, así como la iluminación
de manuscritos, dando lugar a las principales obras maestras del
período.
Libro de
Durrow
Una de estas
obras maestras citadas es el Libro de Durrow, copia de los
Evangelios y procedente originalmente del monasterio fundado en
Durrow por Santa Columba. Se trata de una obra de pequeño
formato que emplea un número limitado de colores en su decoración,
como el rojo, el amarillo y el verde oscuro, destacando por sus
cenefas de entrelazo en negro y marrón. El texto está
escrito en mayúscula irlandesa, en Latín Vulgar. Suele
destacarse la decoración abstracta y geométrica que
puebla las iniciales, así como aquellas páginas que
acogen los símbolos de los Apóstoles, creando un contraste
a través del uso del espacio en blanco o los puntos y las
líneas; complementando de este modo la limitada paleta de
la que constan. Se ha querido ver en esta obra una influencia Sajona,
además de establecerse relaciones con los diseños
de la Cruz Carndonagh o el Cáliz Ardagh.
Cáliz
Ardagh
El Cáliz
Ardagh es otra de las principales obras del período, destacándose
de ésta su superficie lisa de plata y su representatividad
como símbolo de riqueza, descrita por los paneles de filigrana
dorada y las incrustaciones de cristales rojizos y azules entre
estos. Unos diseños basados, en todo caso, en la cruz, dándose
importancia una vez más a los apóstoles al grabar
sus nombres bajo los paneles áureos. Tanto el trabajo del
grabado como la talla e incrustación del cristal, así
como la originalidad de su concepción, merecen incluir esta
pieza custodiada en el Nacional Museum de Dublin entre esta selección
de obras de cabecera del arte irlandés.
Broche Tara
Entre los ejemplos
de metalistería, hemos de poner el relieve la realización
de broches y, entre ellos, el Broche Tara, el más refinado
de todos, cuyo estilo se acerca bastante al cáliz recientemente
descrito. Esta joya no posee un significado cristiano por sí
mismo, sino que procede de los diseños romanos y posiblemente
pertenecería al ajuar de un rey, una reina o un obispo. Como
ejemplo de la joyería Celta, se trata de un anillo en plata
con un alfiler ornamental que lo atraviesa, así como una
cadena que se encuentra unida a uno de sus lados. Ambas caras se
encuentran decoradas con paneles de filigrana en oro, aunque algunos
de ellos se han perdido. Es probable que perteneciese al mismo taller
que el Cáliz Ardagh.
Otros ejemplos
de arte monástico
Por otro lado,
debemos destacar otros ejemplos importantes de arte monástico
de este mismo período. Entre ellos, la Placa de la Crucifixión
de San Juan, con un origen muy distinto al del broche y cáliz
anteriormente vistos. Se trata de una de las primeras representaciones
de la Crucifixión en el arte irlandés y también
data del siglo VII, mostrando a Cristo con los brazos en cruz sobre
la misma, con unas formas que nos recuerdan a la Cruz Cardonagh
de Donegal. La decoración, sin embargo, incluye en este caso
zig-zags y espirales, y se piensa que pudo servir como un elemento
ornamental en una encuadernación.
No podemos dejar
de mencionar el Relicario de Moylough, un cofre que contenía
un cinturón de piel, posiblemente perteneciente a un santo
y con una talla y decoración cercana al cáliz; al
igual que ocurre con otras piezas contemporáneas, como campanas,
broches o relicarios, principalmente realizados en bronce.
Estos son algunos
de los ejemplos supervivientes del primer arte cristiano en Irlanda,
definiéndose por un estilo homogéneo que remite a
las raíces de sus tradiciones ancestrales.
El
arte irlandés a partir del siglo VIII
Hemos de tener
en cuenta la expansión de la actividad misionera de los irlandeses
a partir de este siglo hacia Escocia e Inglaterra para comprender
el desarrollo de su arte. Y es que los estilos artísticos
vistos con anterioridad van a sufrir ciertas modificaciones puesto
que los artistas van a entrar en contacto con otros aspectos estéticos,
abriéndose a las influencias de otros países y desarrollando
sus propias habilidades a partir de la experimentación.
Podemos observar
estos cambios en los manuscritos iluminados, que han evolucionado
tanto en la caligrafía como en el colorido, alcanzando su
máximo esplendor en el Libro de Kells, aunque debemos destacar
otros libros devocionales realizados entre el señalado Libro
de Durrow y este último, escrito e iluminado más de
un siglo después. Entre ellos señalamos los libros
de: Dimma, Armagh, Mulling, Mac Regol, Saint Chad, Evangelios de
Lindisfarne, Misal de Stowe, Saint Gall y manuscritos de Echternach.
Libro de
Saint Chad (Evangelios de Lichfield)
El Libro de
Saint Chad o Evangelios de Lichfield aparece comprado a finales
del siglo VIII, cien años después de su realización.
A pesar de estar incompleto, podemos ver en él una importante
variedad de estilos y calidades de dibujo y diseño, desde
la simplicidad de las figuras de los Apóstoles hasta la sofisticación
de las páginas ornamentales con pájaros y animales
acercándose a lo geométrico.
Libro de
Kells
Va a ser el
Libro de Kells el que se convierta en el máximo exponente
de la miniatura irlandesa del momento, habiéndose datado
éste en la segunda mitad del siglo VIII. Su diseño
es fuerte y original, utilizando el color de manera intensa y sofisticada
en unas decoraciones que demuestran la gran imaginación de
sus artistas; siendo éstas en algunos casos de mayor formato,
frente a otras más pequeñas que incluso nos recuerdan
a los comic.
Aparte de todas
estas características, el rasgo que le diferencia de otras
obras del período es que el protagonista de las decoraciones
es el Hombre, presentado como Cristo, como un ángel, un apóstol,
el demonio o un simple espectador; aunque la presencia de los habituales
elementos vegetales y geométricos sigue siendo una constante.
Este período
de esplendor artístico para Irlanda finalizó con la
invasión vikinga, interrumpiendo el tiempo de desarrollo
de este nuevo arte irlandés, que junto con la propia población
será una de las primeras víctimas de este período
bélico. Estas invasiones comenzaron a mediados del siglo
IX, dejando tras de sí ciertos períodos de paz, pero
también de conflictos. A partir del siglo X el arte irlandés
cambiará y quedará reducido a la talla en piedra,
aunque se trata de una etapa que ha de ser estudiada de manera independiente.
(Autora
del texto del artículo/colaboradora de ARTEGUIAS:
Diana Olivares Martínez)